Capítulo 7

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La mañana siguiente la pasamos durmiendo y a las cuatro de la tarde era el entierro de su abuelo. Lo acompañe hasta la tumba en la que estaba. Estaba totalmente cubierto por su sangre roja y con un cuchillo que le penetraba el cuello tenía una expresión facial que no terminaba de comprender. Llevaba una camisa blanca que ahora era roja por la sangre y unos pantalones vaqueros azul marino. Nos sentamos para escuchar la oración del cura y cuando terminó pude sentir como se rompía el corazón de Aidan.

- ¡Ey! ¿Estás bien?- Le pregunté en un susurro.

-Ojalá estuviera bien, él era el que me consolaba en momentos así- Me contó y una lágrima de tristeza le resbaló por el rostro-. Una vez, cuando se murió mi perro, él fue el único que se preocupo por mí. Mis padres y hermanos pasaron de mi cara como si eso fuera lo más normal del mundo. Todos sabían que yo quería a ese perro pero el fue el único que se preocupo.

-Tranquilo, mañana ya nos volvemos al campamento y no tendrás que volver a verlos- Intenté tranquilizarlo- ¿Se sabe quién lo mató?

-No, nadie lo sabe están intentando averiguarlo.

- ¿Y tu tienes alguna sospecha?

- Mi abuelo tenía muchos enemigos- me dijo y se encogió de hombros-. Seguramente será alguno de ellos.

- ¿Y cómo cuantos enemigos tenía?- Pregunté con curiosidad.

-Muchos, él era un político muy importante del país retirado, es posible que tenga unos ciento cincuenta incluso.

- ¿Ciento cincuenta?- Pregunté perpleja.

- O más- Dijo con un tono seco.

Cuando llegamos al cementerio lo enterraron en una de esas casitas que hay para gente rica. También estaba su abuela y familiares desde el siglo IXX.


Ya por fin era hora de volver al campamento. Estaba harta de preguntas de familia de Aidan.

Flashback

- ¿Entonces eres de Estados Unidos?- Me pregunto su madre.

- Sí, señora- Le respondí amablemente.

- Pero hablas muy bien el español- Me dijo.

- Mi padre era de Argentina- Dije con una sonrisa triste.

- ¿Y donde está tu padre?- Me preguntó curiosa.

- Lo perdí en un accidente automovilístico.

- ¿Entonces está muerto?- Me pregunto con una sonrisa.

¿Será hipócrita?

- Sí, señora- Intenté sonar lo más amable que pude.

- Tú solo recuerda que la vida sigue y que vas a perder a más de una persona a lo largo te tu vida.

- Lo tendre en cuenta para cuando pierda a alguien que me importa, como usted por ejemplo- Dije y Aidan, el cuál estaba a mi lado, estaba intentando no soltar una carcajada.

Y a patir de ahí ya no me pregunto nada más.




Ya una vez en el aeropuerto le mandé un mensaje a Sadie:

Yo: Ya estamos en el aeropuerto

en unas horas llegamos.

Sadie <3: Ok, por favor no tardéis,

no sé cuanto tiempo aguantare sin

asesinar a este ser sacado del

mismísimo Infierno.

Yo: Aguanta.¡Vamos tu puedes!

Espero que sí que pueda, no quiero asistir a más entierros. Por lo menos no esta semana. Con el del abuelo de Aidan ya he tenido bastante.

- Pasajeros con destino al Norte de California pasen al avión, por favor- Dijeron por el micrófono.

- Creo que es el nuestro- Intuí.

- Sí que lo es- Y con eso nos subimos al avión.


Las siguientes horas se pasaron en comer, dormir y mirar series hasta que llegamos al campamento.

- Por fin estáis aquí- Nos dijo mi amiga-. No sé como todavía no lo he matado.

- ¿Ha sido para tanto?- Le preguntó Aidan.

- Ha sido demasiado tiempo, por favor no me abandonéis con ese ser nunca más.

Los tres soltamos una carcajada y nos dirigimos a la cabaña.


- Hola- Nos saludo Cameron-. ¿Qué se siente abandonar a vuestros amigos los cuales se odian por tres días.- Nos preguntó ofendido-. ¡Estaba por coger una escopeta y matarla!

- Ya nos lo ha contado- Le dije yo intentando aguantar una carcajada.

- ¿Por qué no me llevaste contigo al entierro?

- Perdóname amigo, es que sinceramente, prefiero ir al entierro de mi abuelo con alguien que sabe comportarse en un entierro.

- Oye, yo se comportarme- Se defendió.

- Sí, claro- Le dijo-. Por eso cuando te acompañe al de tu tía estuviste contandome lo mal que te trataba cuando le decías que no querías jugar con su hija.

- En mi defensa diré que nunca le caí bien.

Sadie y yo estuvimos intentando aguantar una carcajada hasta que no pudimos más y la soltamos.

Y el resto del día nos pasamos contando anécdotas y cosas sin sentido hasta que nos dormimos.

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