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A la mañana siguiente, Jungwon se despertó en su cama. El cansancio lo abrumaba, pero lo que más lo inquietaba era que no podía recordar cómo había salido de la casa. La última imagen en su mente era la sonrisa de Seeun y el susurro de "Peek-a-boo". El resto estaba envuelto en una niebla espesa en su memoria.
Durante el día, trató de seguir con su rutina normal, pero era como si la casa roja se hubiera infiltrado en cada uno de sus pensamientos. Recordaba vagamente los juegos que Seeun le había mencionado, pero no entendía qué significaban ni cómo podría haber sido parte de ellos. Aún más extraño era que, cuando trataba de hablar con sus amigos del vecindario sobre lo que había visto, ninguno de ellos parecía prestarle atención o lo miraban como si estuviera exagerando.
También , comenzó a notar cosas que no estaban bien. A veces, en la esquina de su visión, veía sombras moviéndose rápidamente, pero cuando se giraba, no había nada. Jungwon sentía que algo en su interior se desmoronaba. Olvidaba cosas, pequeños detalles de su vida diaria: el nombre de una calle, la voz de un amigo, una conversación con su madre. Y por la noche, al cerrar los ojos, el susurro de "Peek-a-boo" resonaba en su mente, y en sus sueños veía los rostros de aquellos chicos en las fotos de la casa, todos con la misma expresión vacía.
La siguiente vez que subió la colina, la puerta de la casa roja estaba abierta de nuevo. Esta vez, no dudó en entrar. Había algo en él que ya sabía que no podía escapar de lo que había comenzado. Al cruzar el umbral, el aire se sintió más frío, y la luz que entraba por las ventanas era escasa. Las paredes estaban adornadas con las mismas fotos, pero algo había cambiado: las imágenes parecían haber cobrado vida, los ojos de los retratados seguían a Jungwon mientras caminaba.
La voz de Seeun se escuchó desde la planta superior.
—Has vuelto, como lo hacen todos —dijo en tono juguetón—. ¿Listo para jugar de verdad esta vez?
Jungwon subió las escaleras, cada paso resonando como un eco. Al llegar a la habitación principal, la encontró sentada en una silla antigua, con una mirada de satisfacción en su rostro.
—¿Por qué estoy aquí? —preguntó con voz firme, aunque el miedo era palpable.
Seeun lo miró, como si la pregunta no tuviera sentido.
—Estás aquí porque te he elegido tontito. A ti, como a los demás, les atrae el misterio, y aquí, en esta casa, el misterio se convierte en algo más. Un juego. Pero esta vez, será diferente.
Jungwon la miró desconcertado.
—¿Diferente cómo?
—Tú tienes una ventaja que los otros no tenían —explicó Seeun mientras se levantaba lentamente de la silla—. Tienes la posibilidad de recordar. Los otros chicos... no tuvieron esa oportunidad.
La mención de los otros hizo que Jungwon sintiera un nudo en el estómago. Las fotos de los chicos colgadas en las paredes no eran solo imágenes del pasado. Ellos también habían jugado, pero, por lo visto, habían perdido.
—Tú puedes romper el ciclo, Wonnie —dijo Seeun, acercándose a él—. Pero solo si ganas el último juego.
Él tragó saliva, el miedo apoderándose de su cuerpo.
—¿Qué juego? —preguntó, con un hilo de voz.
Seeun sonrió, su rostro iluminado por la tenue luz que entraba por las ventanas.
—Es sencillo —dijo, con una risa suave—. Tienes que encontrarme... antes de que te encuentre yo. Peek-a-boo.
Con esas palabras, las luces parpadearon, y todo el ambiente cambió de inmediato. Las sombras en la habitación parecían moverse, crecer, distorsionarse. Antes de que pudiera procesarlo, Seeun desapareció, dejando solo su eco: "Peek-a-boo...".
Jungwon quedó solo en la oscuridad. El silencio era aplastante, interrumpido solo por el crujir de la casa que parecía cobrar vida. El juego había comenzado, y ahora todo dependía de él.
Empezó a moverse lentamente por la casa. Sabía que Seeun lo observaba, lo acechaba desde algún rincón oscuro. Se le ocurrió que quizás ella no era una simple chica atrapada en el juego, sino la verdadera dueña de este retorcido mundo.
Las habitaciones se volvieron más laberínticas a medida que avanzaba. Cada puerta que abría lo conducía a un lugar que no había visto antes. El tiempo pasaba, pero era imposible saber cuánto. La casa jugaba con él, desafiando su sentido de la realidad. Finalmente, llegó a una sala completamente vacía, salvo por un espejo en la pared. Al mirarse en el reflejo, notó algo extraño: el chico que lo miraba desde el otro lado del espejo no era él.
Era el chico de una de las fotos de la planta baja.
Justo cuando la revelación lo golpeaba, un susurro detrás de él lo congeló.
—Peek-a-boo —dijo la voz de Seeun. Y entonces todo se oscureció de nuevo.
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PEEK A BOO ─── sewon ✓
Fanfictie谷 .˙𓈒 ❝es curioso cómo muestras estar aterrado, pero en realidad, es tu insaciable curiosidad la que te atrae a este punto sin retorno, cielo. al final, siempre fuiste esclavo de tu tentación y deseo infinito por descubrir lo que hay más allá❞ (...