V

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Llegamos a su casa. Bajó del auto descalza y caminó hacia la entrada sosteniendo las zapatillas de las correas en un escena muy sensual.
—Ponte unas chanclas—. Le dije.
—Neh ya sabes que me gusta andar descalza. Me voy a cambiar, ve si hay algo de tomar en el refri.
—Sólo hay cerveza.
—Sí no importa—. Dijo desde su cuarto.
Regresó con un mini short, una sudadera holgada y descalza, se veía asombrosa aunque hubiera preferido que usara sus sandalias. Se dejó caer en el sofá.
—Me duelen las patas y a parte las tengo bien sucias mira—. Dijo mientras estiraba sus pies hacia mí, estaban a unos 10 centímetros de mi cara y pude percibir tierra en sus plantas, entre sus dedos y el rico olor de su piel. Esto me calentó bastante; quería llevarme esos pies sucios a mi boca y limpiarlos con lujuria pero me contuve.
Después de unas cervezas Brenda quedó rendida en el sofá, con las piernas dobladas sobre el reposabrazos, disfruté de la escena mientras me terminaba la cerveza.
—Brenda—. Dije en voz baja pero no despertó.
—Brenda... —. Repetí con un tono un poco más alto pero siguió durmiendo.
Entonces fui a su habitación, sus zapatillas rojas estaban en el suelo y extrañamente su sostén también, cogí ambos y me metí a su baño. Me llevé el sostén a la nariz, aspiré profundamente, olía a su perfume, muy dulce. Después tomé una zapatilla y la lamí por dentro, el tacón, todo. Me saqué la polla y comencé a frotarla con la otra zapatilla mientras olía su sostén, quería correrme pero tuve una mejor idea.
Regresé al sofá.
—Brenda...—. Volví a decir en voz baja pero no despertó.
Estaba acomodada de modo que sus pies colgaban sobre el reposabrazos así que acerqué mi nariz a sus plantas e inhalé profundamente, olían a tierra, a su piel sudada. Volteé para ver si no había despertado, seguía durmiendo. Saqué la punta de mi lengua y di una pequeña lamida a su talón que estaba más sucio, busqué su rostro pero seguía dormida.
Olí su otra planta y la lamí más despacio pero con cuidado, Brenda ni se movió y como yo estaba excitadísimo fui por la zapatilla roja, me saqué la polla y comencé a jalármela mientras olía sus plantas y daba pequeñas lamidas, saboreando su piel áspera y olorosa, hasta que me corrí en la zapatilla, creo que ha sido de las corridas más largas que he echado.

Los pies de mi prima BrendaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora