LUNA CRECIENTE

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Amanda se despertó con los primeros rayos del sol del día. Abrió los ojos y se sentó suavemente en la cama. Parpadeó un par de veces y miró a su alrededor. El perro de su hermana seguía durmiendo, moviendo las patas como si soñara que persiguiera un conejo. Ella ladeó la cabeza y volvió a mirar a su alrededor. La ventana estaba abierta tal y como la dejó y todo estaba tranquilo, incluso algunas pequeñas aves se posaban sobre el marco de la ventana.

Se miró las manos y luego las hizo puño. Se sentía como siempre. ¿Así se sentiría estar muerta? ¿Sería ella una fantasma? No podía estar del todo segura porque nunca se había muerto antes, pero había oído que la muerte era como un sueño y que para confirmar que no fuese un sueño, había que pellizcarse, pero hacerlo le provocaría un agudo dolor por lo que prefería evitarlo, y de pronto otra idea llegó a su cabeza y se llevó la mano hacia su mejilla y se arrancó la gasa manchada de sangre. La herida estaba ahí y el roce seguía latiendo y le ardía un poco. No había duda de que no había sido un sueño. Entonces, si Jeff, el asesino serial conocido como Jeff the killer la había visitado con el fin de acabar con su vida, ¿por qué seguía viva?

Pasaron cinco segundos y levantó los hombros con indiferencia, no había por qué pensar más en eso, era hora de empezar un nuevo día.

Se levantó de la cama y sacó la lata de comida del perro del refrigerador. Tenía que esperar una hora antes de dársela así que entre tomar una ducha y cambiarse estaría cerca a la hora.

Estiró sus brazos y acarició al cachorro. Caminó tranquilamente cuando se dio cuenta que la puerta de su cuarto estaba entreabierta. Desde ese momento supo que algo andaba mal. Ella siempre la dejaba cerrada.

Se mordió ligeramente los labios, soltando un ligero gruñido y con el silencio que la caracterizaba la siguió mientras se acercaba a su habitación con su arma en mano.

***

Jeff la vio de la cabeza a los pies. Seguía en pijama. Un pantalón largo y negro y un bivirí blanco con las imágenes de unas mariposas negras. Pero lo que más atraía su atención era el arma de la chica.

-Me has golpeado... ¿con un destapador de baño?- preguntó, no muy seguro si matarse de la risa o rodar los ojos.

-Ah, eras tú... creí que era un ladrón.

-Ibas a atacar a un ladrón con ese golpe tan débil.

-Hay que defenderse.

-Te defiendes de un ladrón pero no de un asesino.

-Un asesino querría matarme y listo, pero un ladrón se llevaría las cosas, eso está mal.

Si no tuviese los párpados quemados, no podría dejar de parpadear del asombro al verla. Pero ella volvió a golpearlo con el destapador. Un golpe de verdad tan débil que de haber sido un ladrón ordinario la hubiese sujetado sin problema y la hubiese matado. Esta chica sólo se metía en problemas.

-¿Y eso por qué fue?

-Estabas leyendo mi cuaderno privado. Es verdad, por qué estás en mi cuarto? Es de día, que yo sepa de día estás ya demasiado lejos del lugar de tus víctimas. Además estoy viva.

-¿Quieres que te mate?- gruñó él.

-¿No quieres matarme? Creí que habías venido para eso.

-No eres de mi interés. Eres tan anormal que me quitas las ganas de matarte- suspiró.

-El tono en que lo dices me hace ver como una mala persona- contestó ella.

Dejó el destapador de baño y se agachó hacia él. De rodillas ella le alcanzaba a su altura por eso fue sencillo que sus manos tocaran su rostro. Era muy diferente de la noche, ahora podía verlo claramente. Su rostro era blanco pero no un blanco natural en el color de la piel, era literalmente blanco como si tuviese una completa capa de maquillaje. Los bordes de sus ojos eran completamente negros y no tenía ni párpados ni pestañas, pero aún así ella pudo notar que el iris de sus ojos era de un color azul. Y su cabello era negro, un poco maltratado por la falta de cuidado, pero a pesar de la dificultad de ver debido a su capucha blanca, sus raíces eran un poco más claras, juraría que serían de color marrón. Además su piel era un poco áspera. Y esa sonrisa marcada en su rostro, según decía las historias que sabía sobre él, él mismo se la había provocado al igual que sus ojos.

I don't want to go to sleep yetDonde viven las historias. Descúbrelo ahora