Capítulo ocho.

196 20 0
                                    

Desperté muy temprano en la mañana. Levantarme y empezar el día todavía sigue siendo muy dificil. Tengo que ir a la universidad y mis ganas son nulas.

Por favor, solo escúchame.

Eso hace hundirme aún más en la cama.

¿Quien es la persona que está dirigiendo mi vida? ¿Acaso en otra vida yo fui una mala persona y por eso me están castigando?

Verlo después de tanto tiempo no fue muy bueno para la poca estabilidad que estaba teniendo, el tan solo verlo, solo esa simple acción, trajo aún más recuerdos de tiempos que trato de olvidar, y además tratar. Ver y escuchar al que alguna vez llamé amor de mi vida fue algo que hoy viendo en retrospectiva solo hace querer darme palmadas porque dentro de todo lo que se puede esperar de mi, pude manejar bien mis emociones, y no sucumbir ante el hecho de que cada día parece mucho más atractivo.

Y lo odio por eso, al igual que me odio a mi, pueden pasar meses, incontables días, y horas y yo aún así voy a seguir viendolo como la persona más apuesta de la habitación, y es una sensación tan horrible. ¿Cómo puedo superar a alguien?

Mi cabeza parece querer hacer ebullición, y yo soy capaz de dejarle hacerlo porque no quiero soportar otro día estresante y difícil. Quiero una pausa, un descanso, de todo y todos.

Mi alarma parece burlarse al sonar como una bocina.

Me levanto como puedo, y me dirijo al baño.

Las marcas en mi cara todavía son visibles, no tanto como antes, pero se nota que algo me pasó. Si me preguntan, las cicatrices nunca me molestaron, siento que toda mi vida tuve que preocuparme por cosas más graves que darle importancia a una simple marca me parecía ridículo.

Odio cuando haces esto—Yoongi tocaba mi cara con suavidad mientras aplicaba la pomada que compró viniendo a casa aún sabiendo que le dije que no hacía falta.

Mi corazón es débil cuando se trata de el, y parece saber cómo derribar cada una de las paredes que he levantado a lo largo de los años.

—Está bien, ya va a pasar.—lo tranquilizo, parece ser que lo único que hago es tranquilizarlo.

Me paso las manos por la cara con frustración, al parecer jamás voy a cambiar.

Trato de ponerme lo más decente que puedo, que yo me sienta para la mierda no quiere decir que tenga la necesidad de transmitirselo a las demás personas.

Bajo para hacer mi desayuno, justo cuando voy por el último escalón escucho un sollozo. Me paralizo, parecer ser mi padre lo cual lo hace aún más raro y me pone aún más inquieta. Trato de hacer el menor ruido posible para acercarme y ver qué está pasando. Cuando llego a la cocina, me asomo por la ventana de ventilación que conecta al comedor, mi padre parece estar viendo la foto de mi hermano en su primer día de universidad.

Instantáneamente y sin darme cuenta una lágrima rueda por mi mejilla, mis uñas se clavan en mi mano en un pobre intento de calmarme, mi pecho parece pesado y mi garganta se cierra con un nudo insoportable. Cómo puedo trato de ir hacia la puerta, voy de puntillas, y cuando agarro mis zapatos es como si me algo me hubiese empujado hacia afuera, casi corriendo voy hacia la parada de bus. Allí, derramo las lágrimas que estaba resguardando.

Si quería disimular que estaba mal, no funcionó.

El viaje fue interminable, demasiados pensamientos en mi cabeza y yo olvidé mis auriculares. Ni bien llego, me dirijo sin ver a nadie hacia la primera clase que me toca hoy.

Cuando ni bien salgo del autobús, me tocan el hombro. Genial, hoy no quiero congeniar con nadie y el universo quiere que sí.

—¿Por qué rodaste los ojos? Maleducada—Reconozco rápidamente a Namjoon que tiene un café en su mano.

Unknown (yoongi y tú)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora