Máscaras.
El odio, rencor, avaricia, envidia, irá, tristeza, todo aquello que hacía a los seres humanos, ser humanos, y era considerado indeseable, lo escondían tras una máscara por las razones más vanas e insignificantes solo para encajar en ésta sociedad rota. ¿y yo? Yo nací con la habilidad de ver más allá de esas facetas. Me tomó mucho tiempo entenderlo, el porqué era diferente, el porque era incapaz de tener una máscara, en cada ocasión simplemente expresaba mis ideales como en realidad los sentía y en un punto de la vida comencé a pensar que las personas alrededor eran hipócritas, cobardes sin una pizca de originalidad. Hasta que la conocí a ella, la sonrisa más radiante que ocultaba un profundo miedo y me condene a mi mismo intentando descubrir el porqué.
Pasé semanas observando en silencio, casi me sentía un acosador desquiciado, pero cada vez el deseo de desenmascarar se hacía más intenso. Siempre fue igual, durante las clases en ningún momento dejaba de sonreír y verse entusiasta, pero cuando nadie veía, su máscara agrietada caía y la tristeza desbordante salía de sus ojos en forma de lágrimas de cristal. Un día ya no soporté más, la intriga y curiosidad tomaron control de mis acciones y esa tarde, entre los estantes polvorientos de la biblioteca, la abordé.
—Tú, estás asustada.– Dije antes de siquiera darme cuenta de lo presuntuoso que había sido.
Pensé que se enojaría, que negaría mi acusación como solían hacer todos al quedar en evidencia, pero muy al contrario de lo que imaginé, jalando los bordes, quitó la sonrisa ante mí y comenzó a llover en su rostro. Llovió por horas y aún sin cubrirse, cuando la tormenta cesó, me agradeció, al parecer lo único que quería era a alguien que lo notara. Desde ese momento me convertí en su escape, nadie más que yo conocía como era sin la máscara, aún no sabía el "por qué", pero ahora estaba lo suficientemente involucrado como para no importarme, cuando lo único que debía hacer para consolarla era permanecer a su lado, sin que las palabras hicieran falta. El tiempo juntos se volvió importante para mí, ella, se volvió importante para mí y ese día, en el techo del instituto, me confesó lo que tanto le atormentaba. Padeciendo de una enfermedad sin tratamiento que solo empeoraría con el tiempo, me miró, siendo bañada por la luz naranja del atardecer.
«Antes de caer en cama planeo suicidarme ¿Tú lo harías conmigo?» Me mostró su egoísmo, el que hacía que quisiese llevarme junto a ella incluso a su muerte.
—Si.– Respondí.—Vayamos al edificio más alto de la ciudad y saltemos tomados de las manos.– Hablaba en serio, tan en serio como su miedo a una muerte lenta y tortuosa.
Sus padres no estaban enterados de nada, ni siquiera de la enfermedad, no se los dijo por temor a convertirse en una carga para ellos. Entonces ¿Yo era quien debía hacerle recapacitar? ¿Era yo quien tendría que detener está locura?.
El día ya estaba fijado, ahí nos encontramos, en el lugar más elevado de la ciudad, estando al borde nos tomamos de la mano y la vi cerrando sus ojos, entonces saltamos, ese fue mi turno de mostrarle mi egoísmo. Haciendo uso de la fuerza nos impulse a ambos hacia atrás, cayendo de espalda al concreto de la estructura. Me miró sorprendida, me acusó de mentir, pero no fue así, en realidad sí saltamos tomados de la mano. Así es, yo no estaba dispuesto a morir y tampoco dejaría que ella lo hiciera, ya había hablado con sus padres y haríamos todo lo posible por buscar algún tratamiento, incluso si solo retrasa un poco lo inevitable, ese era mi egoísmo, ella también lo aceptó y nuevamente me dió las gracias.
Bajamos de allí con un pequeño atisbo de esperanza en que las cosas serían mejores en el mañana. Cómo era costumbre, le acompaña hasta cierto punto en el que nuestros caminos se dividían, se despidió de mí con una sonrisa, aunque esa era diferente pues no llevaba consigo la máscara, fue genuina y esplendida. Me di vuelta para ir a casa pero algo me hizo detener, el ruido de neumáticos rayando el asfalto seguido por un golpe seco. El tiempo se detuvo y tuve la impresión de que mi corazón también lo hizo, tenía tanto miedo de hacerlo, pero al final no tuve más remedio que girar para contemplar aquella escena que se quedaría grabada en mi mente el resto de mi vida. Sobre la calle, rodeado de personas, yacía su cuerpo inerte, me congelé un mi lugar sin querer creer lo que sucedía...
Recibí el cruel recordatorio de lo efímeras que son las vidas y que lo planes a futuro pueden desbordarse en un instante frente a nosotros, sin que tengamos la oportunidad de cambiar algo. Fue así como terminó mi tiempo con la chica que escondía miedo y sufrimiento detrás de su sonrisa ... (?)
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La verdad no sé muy bien que decir, ésto me llegó de repente y me gustó.
Ésta podría no ser la realidad en donde nosotros estamos y solo tal vez le dé más profundidad al tema como tenía planeado en un principio.
¿Se merecen una segunda oportunidad, En Otra Vida?
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En Otra Vida †Historias Cortas†
De TodoHistorias cortas de amor en las cuales sus personajes vivirán distintos escenarios, sin embargo... Que puedan o no reencontrarse "En Otra Vida", no depende de mí. Estas historias están inspiradas el ciertas leyendas como " El hilo rojo del destino"...