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Ellos lo sabían, no necesitaban muchas citas para enamorarse, ya estaban enamorados de hace tiempo.

Un pequeño amor que surgió cuando eran niños logró que quedarán enamorados para el resto de sus vidas.

Gonzalo suspiró mirando a su cita.

Andrés comía mientras lo miraba, leves sonrojos se mostraba en la cara de los dos muchachos.

––Te ves muy lindo hoy, Andrés–– El menor sonrió por el cumplido–– Bueno, siempre te ves lindo.

––Tú también eres lindo, pero te verías más lindo encima de mí.

Gonzalo rio.

–– Oooh, mi pequeño castañito cree que puede ser el activo.

–– No creo, lo soy.

–– Amor, no dejaré que me domines.

–– ¿Quién dice que no podré dominarte? Todo se puede en esta vida.

Sonrieron dejando de lado la comida. Sus miradas se conectaban deseando estar solos y demostrar su amor entre las sábanas.

––¿Terminas de comer? Podríamos ir a otro lugar–– Gonzalo fue el primero en atreverse.

Los dos chicos se levantaron, pagando la cuenta de la comida y se fueron a la casa del mayor.

Iban caminando tranquilamente hasta llegar a la puerta. Se detuvieron antes de entrar.

El pelinegro se acercó al menor susurrándole en el oído –– Te haré sentir tan bien que me pedirás por más, cariño.

El pelinegro se acercó al menor susurrándole en el oído –– Te haré sentir tan bien que me pedirás por más, cariño

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C r i s ~

Carrete || AU SpartorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora