Parte 1

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Habían ganado la Copa del Mundo. Habían logrado algo que durante años estuvo tan cerca y tan lejos a la vez. La mayoría de ellos, que estaban jugando por primera vez en un Mundial, se sentían en un sueño. Ni hablar de aquellos que lucharon por este título por años. Era demasiada emoción acumulada, mucha manija. Y eso se vio reflejado en los efusivos festejos en los que todos los argentinos participaron, incluyendo a los mismos jugadores.

Por lo que teniendo en cuenta toda la joda que se les venía encima cuando llegaran a Argentina, el cuerpo técnico decidió que lo mejor era que, luego de toda la emoción de los vestuarios, los campeones se separaran para dormir cada uno en sus habitaciones (aunque la mayoría sabía que eso no pasaría).

A algunos les tocó la buena suerte de que sus compañeros pudieran, aunque sea, caminar coherentemente. Por lo que el camino hacia sus habitaciones estaba lleno de canciones susurradas para no molestar al resto de las personas, pero no más que eso. Mientras que a otros, como a Enzo, les tocó lidiar con un compañero casi quebrado que apenas recordaba cómo utilizar sus extremidades inferiores, algo por supuesto tedioso.

—Julián, si no empezás a caminar bien, te juro que no voy a dudar en arrastrarte por todo el piso hasta la pieza. —amenazaba Enzo ya cansado de sostener a su amigo, que no podía coordinar sus dos pies para hacer algo tan sencillo como caminar.

—El que es… campeón del mundo… camina como quiereeeee. —respondía el contrario arrastrando las palabras, demostrando una notoria dificultad para hablar gracias a todo el alcohol en su organismo. A pesar de eso, su sonrisa no desapareció en ningún momento.

—Claro, camina como quiere pero camina —enfatizó Enzo tratando de sonar serio, aunque se le haya contagiado la sonrisa del otro—. No arrastra los pies. Así que movete, amigo. Dale. —lo empezó a empujar con más fuerza para llegar de una vez.

Aunque no fue tan sencillo. No cuando a Julián, cada tanto, se le ocurría saltar hasta terminar en el piso (cosa que el menor puteó una y otra vez mientras lo levantaba y agarraba de la cintura con fuerza para inmovilizarlo lo más que pudiera).

Cuando finalmente llegaron a su habitación, Enzo estaba exhausto. Por lo tanto, luego de cerrar la puerta, se tiró a su cama (que era la más próxima a la puerta) recostando solo su espalda, y se le escapó un suspiro de alivio mientras miraba el techo. Julián, en cambio, se sostuvo como pudo de la pared y se sentó, recostando su espalda en ella. Él no estaba cansado. Al contrario, tenía muchas ganas de seguir celebrando. Por lo que, teniendo a su pobre amigo en frente, no se le ocurrió mejor idea que seguir molestándolo. Así que estiró un poco su brazo hasta agarrar la pierna del menor y empezó a zamarrearlo para llamar su atención.

—No podes ser tan ortiva, Enzo. Daleee, tenemos que seguir festejando. No podemos dejarla así. —el aludido no le respondió nada, solo lo pateó para que dejara de molestarlo. Pero el cordobés siguió zamarreándolo con fuerza—¿O qué pasa? ¿Tenés miedo de escabiar un poquito más? Pensás que vas a quebrar en cualquier momento, ¿No? Seguro después de dos shots no das más.

—Vos no das más, amigo. —respondió Fernández enfatizando lo más que pudo el "vos", mientras se reía de los comentarios del mayor.

—¿Yo no doy más? —preguntó genuinamente confundido Julián—Yo estoy de diez. Estoy para escabiar por un largoooo rato más.

Enzo en ese momento ya no pudo creer lo que estaba escuchando. Se sentó rápidamente y observó al contrario por unos segundos.
No parecía tan en pedo. Pero se notaba que el alcohol había hecho efecto en él porque no podía creer que el “timidito” de su amigo pudiera ser tan cara rota. Tal vez se le había bajado un poco, pero sus pintas seguían siendo desastrosas; el pelo todo revuelto, su cara tan llena de mugre, sudor y alcohol como lo estaba (seguramente) su propia ropa, y una sonrisa de boludo pintada en la totalidad de su cara. Pero después de todo, del partido y los festejos, no podía creer que todavía se viera tan bien. Le parecía inhumano, anormal.
Movió su cabeza negando levemente para olvidarse de ese pensamiento. Luego, volvió a verlo con una sonrisa maliciosa. 

—Mentira, Julián. Toda la noche son cinco shots. Porque después, vas a estar tan en pedo, que aunque intentes hablar, con ese acento tuyo ni tu vieja te va a entender.

El cordobés se rió con ganas y contraatacó. —Vos después de solo tres shots, vas a estar tan en pedo, que vas a cantar a todo pulmón con Paredes el "Boca yo te amooo".

Ambos se estallaron luego de visualizar esa imagen. Demasiado bizarra. Y Enzo, con una sonrisa, dijo. —Nunca en mi puta vida. No tenes chances de ganar. ¿Qué pasa si yo gano?

—¿Vos? ¿Ganar? —preguntó en un tono sarcástico Álvarez—En tus sueños.

Enzo, sin decir nada más, se levantó a buscar entre sus cajones una botella con vodka que había guardado para alguna ocasión especial. Nunca se hubiera imaginado que la tomaría con su compañero de cuarto para celebrar no solo el final de la copa del mundo, sino el que también eran los ganadores de la misma. Así que con una sonrisa, se sentó en el piso cerca de su amigo mientras apoyaba tanto la botella como los vasitos (que en realidad eran bastante grandes para ser shots).

—Hagamos la típica: el que pierde tiene que hacer lo que el que gana quiere.

—Dale. También el de dos shots por cada puteada. —agregó Julián mientras buscaba alguna canción para poner en la tele.

—Dios mío. —Enzo negó con una sonrisa mientras llenaba los vasos—. Estás loco. Vos querés ponerte en pedo o ponerte en pedo, no hay otra opción.

—En realidad, quiero que vos te pongas en pedo. —dijo el mayor mirándolo con una sonrisa luego de haber encontrado la canción perfecta para acompañar el ambiente. Se sentó y agarró su vasito. —¿Preparado para perder?

Enzo se rió y también agarró el suyo. —Que boludo que sos, amigo. Yo nunca pierdo. —así, chocaron sus vasos y tomaron el contenido de una para empezar con el juego.

𝙖𝙢𝙞𝙜𝙤𝙨 ;; enzo & juliánDonde viven las historias. Descúbrelo ahora