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Messi había ido al entrenamiento, pero notaba algo extraño con ese chico lindo, su comportamiento era lleno de pánico, y aunque uno lo abrazara  noto como ese chico intentaba hacerse daño, como el que era un poco mas pequeño que él lo estrechaba en el, importandole poco si le ocasionaba unas heridas.

A la lejania escuchaba sus palabras ; "tranquilo, tranquilo", "aquí estoy para tí", "te daré tu manzana, pero vamos... Tranquilo".

—¿Que crees que le sucede? —susurro Lautaro con preocupación ya teniendo el balón en mano, viendo a sus costados a los demás quienes negaban sin comprender, no entendían el porqué de su comportamiento.

Manzana...

¡Manzana!

Sin un habla, ni importarle un poco a Messi que ese chico estuviera así por una manzana, fue directo a la mochila de Julián para tomar el paquete de manzanas que tenía, y de paso con De Paul, su manzana entera.

Por alguna extraña razón se habían acabado todas las frutas menos esas manzanas, aunque algunas eran rojas otras eran verdes.

—¡Messi, esas son mías! —como niño pequeño Julián vio como el chico tomaba todos sin importarles nada y salió corriendo en brazos con muchas manzanas, estiró sus labios hacia abajo cual perro triste al ver que todas sus frutas se los llevo el delantero argentino.

—en vez de que el boludo agarrara su manzana...

Mientras ellos se quejaban de que se llevo sus manzanas, el otro equipo mexicano veian como Lozano ya tenía heridas en el rostro por los arañazos que dió sin querer el portero, le dolía, si lo hacia, pero sentía más dolor por apreciar como Guillermo no dejaba de llorar, diciendo que le faltaba su manzana ya que es una de las cosas que podían calmarlo, aunque estuviera siendo apoyado por la persona que más cercano es, necesitaba ese dulce néctar.

Edson estaba nervioso pero cuando vio a la lejania un chico de menor estatura se sorprendió, más por el hecho de que en sus brazos cargaba múltiples manzanas, verdes o rojas, pero lo hacia, e iba hacia ellos corriendo a una velocidad impresionante.

Herrera ni él lo pensaron para ir a su dirección ayudándole a cargar un poco las mismas

—¡Gracias! No sé cómo tenías tantas manzanas pero, t-te lo agradecemos... Aunque, solo necesitábamos una.

Lo dijo apenado Moreno quien se había acercado, viendo como Messi respiraba un poco agitado pero con una sonrisa de oreja a oreja, a el chico le encantaba ayudar a quien lo necesitará, es por ello que fue directo hacia ese hombre que al momento de ver las manzanas, aún tenía nervios e Hirving no dejaba de abrazarlo.

—hola, disculpa si vine aquí interrumpiendo, pero escuche que querían unas manzanas, traje todas las que pude, son suyas, no se preocupen si dicen que es mucho, nosotros tenemos más en el hotel —hablaba ese chico argentino que había llegado, haciendo que Hirving solo lo mirase sorprendido.

ⒶⓊⓉⒾⓈⓂ  [𝙼𝙴𝚂𝚂𝙸 𝚇 𝙾𝙲𝙷𝙾𝙰] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora