Capítulo 1- Visitas

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Capítulo 1

VISITAS

11 años

Se suma otra discusión a la lista que tengo con mi familia, así que es un buen pretexto para salir de casa y azotar la puerta a mis anchas, mostrando mi enfado. Intento subirme a un árbol que queda justo en medio del patio de mi casa y de los vecinos, pero gracias a la gran fuerza que poseo no me resulta fácil. Al llegar a una rama algo me toma por sorpresa: hay una ardilla que lleva entre sus manos un pequeño fruto de color amarillo que supongo sería su menú para este día.

—A un lado roedor —le digo con dificultad tratando de esquivarlo.

Trato de agarrarme firme de la rama para mantener el equilibrio pero siento que alguien muerde mi mano, echo un vistazo y evidentemente, se trata de la ardilla. Hago esfuerzos por alejarla pero algo falla y me desparramo del árbol. Por suerte caigo en el césped, pero no amortigua tanto la caída ya que al levantarme, siento un leve dolor en el trasero.

—¿Estás bien? —me pregunta un niño, parece nuevo en el vecindario ya que nunca le he visto antes, y que al parecer ha presenciado toda la escena—. ¿Por qué pretendías quitarle su alimento a esa pobre ardillita?

—No pretendía quitársela, fue ella quién me traicionó —digo sobándome disimuladamente el trasero. Frunzo el entrecejo y entonces me doy cuenta de que parece de mi edad—. ¿Eres nuevo aquí?

—Sí —me dice señalando con la mirada la casa que está enfrente de la mía, y la cual hace ya mucho tiempo que nadie la habitaba. Hay una camioneta blanca estacionada justo en el jardín y un señor se encarga de bajar cajas de cartón de la cajuela—. ¿Cuál es tu nombre? Pareces muy divertida.

Sí claro, caerme de un árbol a cinco metros del suelo es divertido.

—Me llamo Rowan—respondo—. Y fue un placer conocerte.

Trato de librarme un poco de la situación, una vergüenza inmensa me invade. El hecho de que tu vecino que apenas se acababa de mudar te hubiese visto caer de un árbol, no era un buen recuerdo.

—¿Tan rápido te vas? —me dice esbozando una sonrisa.

—Mi madre debe estar furiosa porque no me encuentra en casa —le explico poniendo la boca de lado.

Recorro un corto tramo hasta llegar a mi casa. Abro la puerta bruscamente porque pienso en lo que me espera allí dentro. La sala está vacía. Me dirijo a la cocineta para servirme un poco de leche y tomar algunas galletas que había dejado sobre la mesa, pero al llegar me percato de la presencia de mi mamá.

—Grace —me llama con un tono de voz calmado, a comparación de hace unos minutos—. Necesito que subas a tu habitación, te des una ducha y te pongas algo decente.

—¿A dónde iremos? —digo arrugando la nariz—. Esta ropa es perfecta.

—Tendremos visitas, así que será mejor que te cambies —responde con firmeza y me abandona para terminar de cocinar.

No me queda de otra más que aceptar. Subo las escaleras de dos en dos, pero antes de entrar a mi cuarto echo un vistazo a la habitación de Abril, mi hermana. Está concentrada parloteando por teléfono con una de sus amigas del colegio. Tomo mi toalla y un par de sandalias y abro el grifo de la regadera.

Al salir me coloco uno de aquellos vestidos que mi mamá alguna vez me compró. Aún mantenía ese olor a nuevo, bueno en realidad se podría decir que nunca en mi vida les había dado uso a ninguno de esos vestidos. Me recojo el cabello y visualizo mi vestido por el espejo antes de bajar.

Te dejaré ir cuando la noche acabeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora