Tom un joven del pueblo logra conseguir un puesto en el palacio real , las impresiones no tardaron en llegar y su atención la atrapó la de la joven princesa sumida en su ocupaciones y problemas, el al verla imaginaba las peores cosas acerca de ella...
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CAPITULO DIECISEIS Las flores también lloran
-¿donde esta mi hermano?- pregunte a la mujer, tras notar la ausencia del antes mencionado
-en el dormitorio, no ah querido salir desde la mañana
-¿les ha dado alguna razón?- volvi con una duda creciente
-no, realmente solo nos ah negado el poder entrar para conocer su estado- respondió la mujer con cierta preocupación.
- ire a echar un vistazo
...
Toque la puerta varías veces y no obtenía respuestas, trate de abrir la puerta pero tenía el seguro así que fue en vano.
-Edward , se que estás ahí y si no sales en este momento te juro que voy a abrir la puerta de una patada- advertí a el rubio
-¡espera! Tranquila, tan solo no pases por favor- esa voz no la reconocía , era una voz apagada, casi rota
-¿que te ocurre? ¿Dije algo que te molesto? ¿Acaso fue papá? Sabes que no tienes que tomarlo personal tú mismo lo dijiste- comencé a hablar algo desesperada
-no es nada de eso ___, tengo que hablar contigo...- contesto con tono misterioso que me empezaba a asustar
-Bueno, déjame pasar para poderte entender- insistí
-¡eso! Eso es lo que debes entender no puedes pasar, escucha necesito que por favor me pongas atención,- logre distinguir como se acercaba a la puerta sin llegar tan cerca pero lo suficiente para no tener que gritar para entenderlo- ay tantas cosas que quiero hablar contigo pero... no estoy seguro que me alcance la vida para poder hacerlo- esa voz , no era la voz de mi hermano, no era de la persona que a pesar de la mierda que estábamos viviendo mantenía su sonrisa, aquella que contagiaba a cualquiera que se topara con el, positivó, adverso y sobre todo mi refugio que me aseguraba que algún día las cosas cambiarían y todo seria como un cuento de hadas.
-¿d-de que hablas?- hable titubeante, temerosa a el destino.
Edward no respondía, me mataba su silencio, advirtiendo la gran tormenta.
-Edward contéstame por favor- mi propósito era alzar mi voz, trate de sonar dispuesta a escuchar cualquier contestación de su parte pero en vez de eso hablé con un hilillo de voz casi quebrándome.
-perdóname ___, de verdad perdóname- lloró, mi refugio colapso ante la tormenta- he contraído tuberculosis, es letal, el doctor me ha dado una esperanza de vida de poco menos de un mes- pude sentir a mi corazón paralizarse, dejando de latir por completo.