Gymnopédie No. 1 - Erik Satie

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"El silencio que emplea mí ser
lo transmite mí melodía,
que con lo poco que se pueda llegar a ver
hay un sentimiento que ni los dioses olvidan. "

Cada vez que recuerdo ese día, me da risa. ¿Cuánto te habrá costado tomar ese atrevimiento conmigo esa vez, Seulgi? Recuerdo que luego de que te hayas ido de la sala de música, salí corriendo en busca de tu presencia, pero como si de un fantasma se tratase, desapareciste como si nada.

Es gracioso saber que fuiste la única persona en el mundo con la que pude ser yo misma, aunque nunca pude decírtelo.

Durante los exámenes, no pude ir mucho a ver a la peli negra, estaba muy ocupada intentando pintar algo que, de una u otra forma, sentía que me salía mal y volvía a hacer otro cuadro una y otra vez.

Me había bloqueado, de una forma horrible ya no sentía algún sentimiento por pintar. Todo ese anhelo se estaba esfumando y cada vez más se me complicaba agarrar un pincel.

El cuadro lo pude hacer, pero no era lo que solía pintar. Se sentía vacío, sin expresión o sentimiento alguno.
Esa no era la idea de mis obras, yo no quería un lienzo pintado solamente; quería anhelos, sentimientos, todo lo que pueda expresar en un maldito lienzo.

Pero no pude, simplemente es un cuadro nulo.

Lo entregué igual, porque no iba a dejar pasar la fecha del final. Aún así, lo sentí como una obligación, no como un disfrute.

Saliendo del aula, me crucé con Yerim, que también había salido de su exámen final.

— ¡Buenos días! ¿Cómo va tu mañana?. — Supongo que mi cara de muerto le respondió su pregunta, por lo que decidió poner su cara más preocupada y empezar a hablar.

— ¿Que sucedió? ¿Está todo bien? ¿Alguien murió? ¿Tu papá engañó a tu mamá? ¿Desapareció tu gato? ¿Te peleaste con la pianista? ¿Que ocurri-

— Nada de eso, Yerim. — Le paré el drama antes de que hable más idioteces.

— Entonces dime qué ocurrió. — Tomó mí mano mientras caminábamos hasta la cafetería.

— Es que últimamente no he podido pintar. O sea, si, pero no como antes, es como si estuviera obligada a hacer algo que me gusta y me apasiona. Creo que he estado esforzándome mucho en algo que tal vez no es lo mío. ¿Sabes? ¿Y si esto no es lo que quiero? ¿Y si estoy por recibirme de algo que tal vez no tenga futuro? Y más ahora pienso eso sabiendo que ni agarrar un puto pincel puedo sin frustrarme o pensar que todo esto es una puta obligación. ¡Tal vez si debería haberle hecho caso a mí padre y ser una abogada frustrada!. — Esto último que dije provocó que mi querida y tan amable amiga terminará dándome un golpe en la cabeza.

— No digas estupideces, Joohyun. Estás teniendo un bloqueo artístico, o bueno, así se le dice, no sé.

— ¿Y cómo se sale de eso?

— Esa respuesta solo la tienes tú.

— Pero no la tengo, por algo te pregunto, idiota. — Enojada, terminé entrando sola a la cafetería, sabiendo que Yerim igual me iba a seguir. Ni siquiera se porqué me enojé, simplemente fue como el primer sentimiento que me atravesó. Al fin y al cabo, Yerim no tiene la culpa de mis pensamientos.

THE PIANIST | seulreneDonde viven las historias. Descúbrelo ahora