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Poco a poco los demás van llegando al salón de clases en cuál, hace unos minutos se encontraba vacío.

A fin de cuentas termine emparejada en mi pupitre junto a Tokoyami, todos han recibido ya los regalos que traje para ellos.

Todos menos Izuku, qué aún no llega y eso es muy raro en el, sinceramente si no aparece pronto llamaré a su madre.

Sorprendentemente todos nos encontramos en silencio, uno casi sepulcral si no fuera por mi intervención, según el protocolo escolar;
Aida y yo debemos ayudar a escoger a los nuevos representantes de grupo, tengo entendido que en caso de que alguien quiera postularse, o hubiera inconformidades con alguno de nosotros, puede ser una opción viable.

—Ya estamos la mayoría así que, deberíamos comenzar a discutir sobre el cambio de los representantes de clase, claro que siempre está la opción de que podamos seguir siendo Aida y yo sus delegados chicos, pero debemos escuchar su voz y voto antes de tomar alguna decisión.

No puedo terminar mi discurso porqué el sonido de la puerta me interrumpe.

Por segunda vez en el día soy cortada a mitad de mis palabras. Nuestro profesor hace acto de presencia y solo pasa frente a la clase caminando a pasos lentos, dirigiéndose directamente a su escritorio. Lugar donde, toma  asiento y hace algún tipo de ademán con la mano; a modo de que puedo continuar con mi discurso.

Le sonrió lo mejor que puedo y trato de seguir con lo mío. Ahora es turno de mi compañero Aida, el cuál saca una hoja cuadriculada de quien sabe dónde, y procede a leer las reglas del salón de clases mientras mueve sus manos frenéticamente.



La clase ha estado transcurrido bien desde entonces, he estado tomando apuntes de lo que considero importante, preguntándole mis dudas al profesor, respondiendo una que otra duda de Aoyama quién está sentado justo detrás mío.
Por lo menos la vista es buena, he tenido la oportunidad de voltear de vez en cuando y ver el cielo.




Finalmente el timbre anuncia el intervalo de descanso que hay entre clases  y nadie puede evitar amanar un aura aliviada, casi eufórica.

Guardo mis cosas rápidamente y me dirijo a la salida junto a Aoyama quien amablemente me espera para poder ir juntos a almorzar.
Por suerte encontramos una Meza sola—Y por  decir sola me refiero a que solo todoroki y uraraka la están usando— los saludo y procedemos a sentarnos sin esperar alguna clase de invitación, ya es normal en nosotros que Aoyama se tenga esas confianzas.

Conversamos un rato sobre todo; nuestras vacaciones de verano, la ausencia de Izuku—Cosa que aún tengo en mente y me preocupa ha decir verdad— nuestras expectativas del curso,  y algunas  otras cosas triviales.

Me veo en la penosa necesidad de interrumpir la conversación  tan divertida que estamos teniendo—puedo escuchar mi estómago rugir y eso es porque olvide mi obento en casa.—

Así que me dirijo a la enorme fila que de encuentra justo al otro lado de la cafetería no sin antes preguntar a los demás.

—¿Gustan algo chicos?— Espero por su respuesta.

—Oh, que amable Momo pero, estamos bien ¿Cierto?— Dice cálidamente Todoroki.

Eso es suficiente para que salga disparada al otro lado del salón.

Mientras espero mi turno, me preguntó si sería mejor comer un sándwich o alguna clase de ensalada de frutas, de hecho creo que un jugo estaría bien. Soy demasiado indecisa al momento de escoger comida. El chico detrás de mi parece notarlo ya que, es mi turno  y aún no puedo elegir.

—Lo siento, puedes pasar antes— Le digo para evitar alguna aglomeración.

— Descuida, tómate tu tiempo para decidir y no te preocupes por mi—Me contestó con voz calmada.—

—¿Entonces sería el jugo de arándanos?—Me cuestiona la cocinera.

—¡Perdón!—Si, sería solamente el jugo por favor.— Respondo totalmente avergonzada.

—Bueno,  supongo que nos veremos luego—Pronuncio por última vez a la par que agitó mi mano.—

Segundos más tarde suena de nuevo el timbre anunciando nuestro regreso a las aulas. Todos  debemos volver a clases o al menos las personas eticamente responsables.

Llegué a dónde estaban los demás y así pues partimos al salón de clases. El resto del día fue tranquilo, hablamos sobre nuestras vacaciones e hicimos equipos para preparar una presentación, el tema era libre; se notaba que el ambiente estaba relajado por ser el primer día.

Finalmente las clases habían terminado, Aida y yo seguiremos siendo los delegados.
Los dormitorios no estarían disponibles hasta el día de mañana, dándonos tiempo así de preparar nuestras cosas.

Es realmente agradable caminar por los pasillos cuando no hay más estudiantes.
En el camino a casa disfrute mucho del paisaje, regularmente solemos olvidarnos de apreciar lo que observamos. Si vemos un arbusto es solo eso. Igualmente pasa lo mismo con el cielo, es solo el cielo lo vemos todos los días. La belleza está siempre frente a nosotros pero hemos aprendido a ignorarla.



SnowflakeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora