Capítulo 2

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 A las 6 en punto me dirijo al parque y lo veo sentado en un banco debajo de un gran y precioso árbol, más espectacular que nunca debido a la bonita primavera. La luz del Sol hace parecer que tiene destellos en su cabello azabache, mientras sus ojos azules están distraídos. Se ve distante, perdido, una persona diferente a la que aparenta ser en el instituto.

- ¡Hola! - le digo mientras le sonrío y me siento a su lado. - ¿Cómo estás? -

- Hola Lauren, gracias por venir. Sé que fue todo muy abruptamente. - me dice con una sonrisa débil y la mirada perdida en alguna parte. A pesar de no conocerlo, me preocupa. - Pero en verdad necesito de tu consejo.- me habla, ahora sí, mirándome a los ojos con una mezcla de tristeza y desesperación.

- Soy toda oídos, William. - le digo, tratando de transmitirle seguridad. 

Se quedó unos largos segundos mirándose las manos, pensativo, supongo que poniendo sus pensamientos en orden. Sea lo que sea que tenga que contarme, no creo que sea fácil para él.

- Verás, tú sabes que mi padre es el dueño de una empresa y, al ser hijo único, quiere que yo sea su sucesor y la lleve después de graduarme. El problema es que yo no quiero y no encuentro forma de decírselo, cada vez que trato de hablar con él tiene cosas que hacer.- sonríe amargamente - Tampoco es como que siempre me haya hecho mucho caso, de todas formas.- dice esto último en un murmuro, pero aún así audible.

Lo observo detalladamente, no sé muy bien cómo tratar con estos temas, ya que al final la experiencia que yo he tenido con mis padres ha sido diferente a la suya, cada uno tiene una relación única que personas de fuera normalmente no podemos cambiar, solo entender, y ni siquiera al 100%.

- Que te obliguen a hacer algo es algo que no le deseo a nadie y que tu propio padre lo haga me parece aún peor, pero tú tienes la oportunidad de expresarte. No sé cómo es vuestra relación y mucho menos puedo asumir cualquier cosa, pero quizás podrías hablar con él mientras coméis juntos un día. - no deja de mirarme a los ojos mientras le hablo, madre mía, ¿cómo es posible que sean tan azules?.- A las muy malas te presentas en su oficina y le haces una presentación de PowerPoint de: ¿Por qué no debería de heredar la empresa?.- intento bromear un poco para sacarle una sonrisa.

- Ya, eso sería buena idea.- dice después de soltar una corta y pequeña risa - Intentaré sacar el tema hoy mientras ceno con él, aunque la idea del PowerPoint no me parece tan descabellada, eso sí, tendrías que ayudarme.- Me dice, sonriendo.

- ¿Tendré que ayudarte gratis otra vez? Si seguimos así, te empezaré a cobrar.- le digo mientras me río.- Pero ahora enserio, William, no guardes esos pensamientos para tí hasta que sientas que ya no puedes más. La comunicación es muy importante, en todo tipo de relación, así que trata de explicarle a tu padre tu punto de vista y pensamientos sobre la empresa.-

- Gracias Lauren, eso haré. Ya que te hice venir hasta aquí para contarte mis problemas, ¿te parece si te invito a un café o algo? - Me dice con una sonrisa, esta vez de verdad. Creo que todavía hay más cosas que le preocupan, pero yo no estoy en lugar para preguntar, al final, no somos amigos.

- Claro, me encantaría.- Le sonrío de vuelta.

Después de ir a una cafetería cercana con William, volví a casa

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Después de ir a una cafetería cercana con William, volví a casa. Me sorprendió lo interesante que puede llegar a ser hablar con él, sabe de muchos temas en general y su compañía es agradable. A pesar de no haber hablado prácticamente nunca, pasamos un rato muy divertido y nos reímos bastante, sobre todo cuando vimos pasar a una simpática camarera con un batido de arcoíris con un montón de nata y chucherías, la cara de William era un cuadro. "Si se toma todo eso en menos de 10 minutos me levanto y le doy 20 dólares." Dijo, con una expresión atónita, ojalá haberle sacado una foto, le haría bullying por el resto de mi existencia, jeje.

Después de saludar a las paredes porque al parecer mi madre salió sin avisarme, fui a mi cuarto recordando la conversión del parque. Sabía que William era hijo de Stephan Blake y que tiene una empresa, pero nunca me había planteado buscar sobre qué, así que me dirigí a mi ordenador y busqué el nombre de su padre.

"Stephan Blake, a sus 20 años consiguió sacar adelante a la empresa casi en ruina de su padre, BLiveries. Actualmente, a sus 45 años, la empresa se ha convertido en la más importante del mundo en cuanto a transporte de mercancía se refiere..."

Esta es la introducción de uno de cientos de artículos. Ahora entiendo el peso que William siente sobre sus hombros, al final es algo por lo que su padre luchó por conseguir que saliese a flote.

Va a tenerlo difícil, pero estoy segura que tiene personas a su alrededor que lo ayudarán, y a las muy malas, estoy yo.

Ahora que detalladamente veo una imagen de su padre, solo se parecen en ese azabache pelo rebelde, aunque el de su padre ya se ve teñido por algunas canas, en la marcada mandíbula y en la altura. De resto, no veo demasiadas similitudes, supongo que se parecerá más a su madre.

Y como la curiosidad no es algo que pueda controlar con Google a mi disposición, busco una foto de su madre. Y, effectivity wonder, es igualito a su madre; los ojos, la nariz recta y perfilada, los labios y la hermosa sonrisa. Sin lugar a dudas, son una familia muy bonita, cualquiera de ellos podría hacerse modelo si lo quisiese. 

Con esto confirmo mi teoría de que Dios tiene favoritismo, y desgraciadamente conmigo no. Pero no pasa nada, como dicen por ahí "Dios da sus peores batallas a sus mejores soldados".

 Pero no pasa nada, como dicen por ahí "Dios da sus peores batallas a sus mejores soldados"

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