Capítulo 3.

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Seguíamos en la cascada. Ya era tarde. Las horas se nos habían pasado volando. Ya tenía que volver a mi casa. No había muchas ganas, prefería estar allí contemplando esos ojazos, que brillaban aún más con lla luna, conjuntados con esa sonrisa tan perfecta y embelesadora.

Él, tan educado, me llevo a casa en moto. 

Entré en casa de la forma más sigilosa que pude para no despertar a mis padres, que se alarman con nada. Pero todo intento fue erróneo. Mis padres estaban levantados, esperandome en el salón con la luz apagada y, esperando a que pasara por allí para encenderla y pillarme infraganti. Ya esas cosas no me sorprendían, mis padres me lo llevan haciendo desde hace unos años y, ya eso dejó de impresionarme.

Lo sabía, ahora, me tocaría lo mismo de simpre. Que si eres una irresponsable, que no deberías venir tan tarde y, menos con un chico desconocido y, para colcmo, Aaron tiene moto. La charla de: "no me gusta que vayas en moto y menos a estas horas, la gente va muy borracha  podría pasar cualquier cosa, tampoco nos gusta que hayas salido con un chico que no conocemos, bla, bla, bla..." 

Que alegría que el año que viene no pueda ir... 

-¿Dónde has estado todo este tiempo?- dijo mi padre no muy enfadado, más bien preocupado. 

-Pues ya lo sabéis, fui a una fiesta con un amigo.- dije no del todo segura. 

-Perdona, pensábamos que eras tu hermana. Por cierto, ¿sabes dónde esta? Se enfadó con nosotros porque no la dejamos salir porque necesitábamos ayuda para adecentar la casa y tú ya te habías ido... Fue decirle que no e irse de casa. No sabemos nada de dónde puede estar. Estamos muy preocupados... 

-Lo siento, pero no se dónde está. Voy a buscarla ahora si queréis. Creo que se dónde se ha metido... 

-No, ya es muy tarde y... 

No les dio tiempo a terminar la frase, ya había cogido las llaves de casa y abierto la puerta. 

-¡Ten mucho cuidado!- oí que me decían mi padres por detrás. 

Tenía la sensación de que mi hermana se había ido a una especie de pradera a la cual, ella me llevaba cuando era pequeña y, a dónde ella iba cuando se peleaba con alguien, principalmente cuando era con mis padres. 

Lo malo de aquel tranquilo y, precioso lugar, era si localización. Estaba a unos ocho kilómetros de nuestra casa. 

Yo no quería ir sola y llamé a Aaron para ver si me podía llevar. 

-Hola Aaron... 

-¿Qué pasa?- oí que decía en el otro lado del teléfono. 

-¿Dónde estas? ¿Ya has llegado a tu casa?- dije sin alargarme mucho, no quería perder demasiado tiempo. 

-No, estoy en el Clave de Sol, me apetecía un granizado y...- no le deje terminar la frase cuando empecé a hablar yo. 

-Bueno genial. ¿Podrías llevarme a un sitio en tu moto, por favor? 

-Claro, ¿voy a buscarte a tu casa? 

-No, estoy cerca del Clave de Sol. Ahora te lo explico todo. Un beso. Adiós.- sin decir nada más, ni dejar que él dijera algo más colgué el móvil. 

Llegue muy rápido ya que, estaba a tan sólo una manzana de allí. 

-¡Hola!- dijo y me dio dos besos- ¿A dónde te llevo? 

-Yo te indico. Es una especie de pradera que hay a no más de ocho kilómetros de aquí. 

-Ummm... Ya sé donde dices, pero ¿por qué quieres que te lleve allí a estas horas? 

Todo tiene un comienzo y un final. ||PAUSADA||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora