Recuerdos de la guerra

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Pareciera que todos estamos reunidos por simple coincidencia, eso es lo que creí en un principio aunque siendo realista todo esto ah sido calculado con un tiempo de setenta años o inclusive mas décadas, por un ser introvertido, frio y calculador.

Mi nombre es Burckhardt o al menos así solían llamarme, actualmente soy conocido como Richard, como ya eh comentado, todo esto ah sido completamente planeado; aun puedo recordarlo, era la segunda guerra y fui infiltrado por mandato alemán al bando de los aliados, tome cargo en una de las grandes casas de seguridad en E.U California, me enamore de una joven Rusa pero esa es otra historia que tal vez nunca llegue a contar. Durante un ataque interno a la casa de seguridad todos los soldados presentes salimos a refugiarnos, se creó una gran explosión derrumbando parte de la estructura que se suponía era impenetrable, en ese momento un niño que pasaba justo frente a mi me sonrió ladeando sus labios, los trozos frágiles del edificio comenzaron a caer por su propio peso y poca fragilidad, el chico solo se quedo parado, esperando, mirándome. El tiempo se detuvo, todas las personas quedaron inmóviles, me acerqué rápidamente para poder protegerlo, me volví su escudo y defensa.

_ Estas bien - dije exaltado.

_Claro buen hombre – me miro con media sonrisa, realmente era perturbadora.

_ ¿Donde están tus padres?

_ No los tengo – por un momento pensé que podría ser uno más de los afectados por la terrible guerra.

_Espera aquí, mandare un fax al hospicio para que puedas ir con ellos.

_No necesito algo como eso, no es necesario –lo mire un tanto extrañado – no se preocupe, tenga – alzo su brazo ofreciéndome una piedra preciosa – esto garantizara nuestro encuentro en un futuro, posiblemente en uno muy lejano.

_ ¿Cuál es tu nombre? O al menos dime cuál es tu edad

No creí tomar tan poca importancia de sus palabras en el momento, pero con el paso de los años la fue adquiriendo como un buen vino añejado, recuerdo muy bien como ojeaba celosamente al gato negro que se mantenía detrás de nosotros, un felino de ojos amarillos, pupilas grandes y obscuras.

_Si le dijera mi edad nunca me lo creerías, no tengo un nombre como tal, no estoy seguro de ser siquiera algo con una vida propia, pero supongo que puede llamarme como muchos lo han hecho durante cientos de años "un simple muñeco".

No pude responder, lo decía tan seguro de sí.


[...]

_ Usted es un caballero, le pido un favor. Compórtese como tal.

El conjunto de humanos observaban con asombro la reacción de su anfitrión, era imposible parar un golpe que estaba a menos de un segundo de realizarse, el hombre se tranquilizo retrocediendo un paso.

_ Una disculpa a mis queridos invitados por no haberme presentado, creo que debí a verlo hecho desde asé muchos años atrás, pero algo como eso lo arruinaría, todos aquí me conocieron alguna vez en su corta o larga existencia a excepción del más joven, a él le fue heredado uno de los zafiros por su bisabuela ¿estoy en lo correcto?

_ Si

_Por aquí por favor – camino a una mesa de vidrio ahumado con asientos de piel sintética – si no es molestia tomen lugar –uno a uno disponían del espacio otorgado sin perder de vista al de pálida piel, el nerviosismo recorría duramente la garganta de algunos presentes, y en otros transitaba la adrenalina junto con un destellante brillo en sus pupilas – ¿Podrían mostrarlos?

La mujer que había dejado a su bebe en el sofá camino hasta él antes de sentarse, cogió un collar con una gran piedra azul sin forma del frío cuerpo. James tomo de su brazo izquierdo una pulsera bañada en oro integrada por incrustaciones de zirconio y en el medio un zafiro que resaltaba entre la pedrería. El anciano tan solo metió la mano dentro de su pantalón mostrando un pañuelo bien enredado sobre la mesa; Santiago que aun seguía con su mirada perdida estiró los brazos hacia su nuca para sacar el pequeño relicario con la imagen de una serpiente y una rosa enroscadas; por último el hombre de cincuenta años de edad o mas retiro el anillo en su pulgar.

_Aquí tienen – coloco frente a cada uno de ellos la simpleza de una jeringa con liquido rojizo transparente – en un momento pasare a aplicar una dosis.

Dio vuelta a la charola mojando unas cuantas compresas con alcohol, no tenia expresiones, solo observaba atentamente lo que ocurría en su entorno. Su actitud flemática no era otra cosa más que una postura, si, una postura que debía acatar para su propósito. El no mentía nunca lo aria era parte de su naturaleza.

_! ACASO INTENTAS DROGARME ! – La voz que tan solo hace unos minutos entro en conflicto de intelecto con el joven músico invadió con violencia el silencio – dejen de mirarme, están locos al dejarse inyectar por un desconocido, patraña, el no es ningún desconocido ¿Saben qué? Me largo de aquí - dio paso más que furioso por donde había llegado, pero algo extraño ocurría, solo estaba una solitaria pared con un par de esas flores rojas a los costados, no quedaba rastro de la puerta principal.

_ Le agradecería mucho si regresara.

No, no lo haría, había caído en pánico total.

Comenzó a correr e intentar subir escaleras pero estas ya no estaban, habían desaparecido. Tomo una botella de licor agregando impulso para romperla sobre la pared, su cordura estaba al límite ya no distinguía la ficción de la realidad, alzo la manga izquierda de su saco y recogiendo uno de los cristales lo acercó a su muñeca intentando suicidio.

_No era mi intención, lo siento mucho – el conejo atrapo sus muñecas sujetando lo suficiente para que no escapara de su agarre, James gritaba como si estuviera a punto de ser asesinado por el mas sádico de los criminales, con su mano izquierda rápidamente aplico una dosis de ese liquido carmín transparente en la vena de su cálido cuello.

_ ¿Qué has hecho? – Respondió temeroso – no me siento para nada bien ¿Que me has hecho?

_No hay reacciones secundarias, no debe preocuparse, solo se está sugestionando, vamos tome asiento.

Inmediatamente aplico dosis a cada uno de los invitados, ninguno opuso resistencia.

_Quién lo diría, no pensé que tu mente fuera tan frágil, y pensar que estuve al tanto de tus acciones en el instante que te dirigiste hacia mí como "niño" – no hubo contestación alguna por el abogado, solo estaba atónito.

_Aquí tienen – aquel vestido de ropaje negro que en ningún momento perdía la compostura colocó una baraja de póquer en blanco sobre el cristal.

_Ya comenzó ¿no es así? – dijo con firmeza el anciano.

_Así es - afirmo una vez más la liebre.

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