Los minutos transcurrían efímeros, anunciando de forma deliberada el paso del tiempo que iba perdiendo cada vez más el sentido.
La baraja estaba allí, postrada sobre la mesa esperando a ser tomada, como si tuviera vida propia, como si el único propósito de su existencia fuera ser utilizada por los cinco sujetos a su rededor. Las notas seguían retumbando por el espacio, eran lentas y placenteras, tranquilas e inquietantes.
Como un comienzo sin final.
A Dalia nunca le gusto el piano, desde niña comenzó a odiarlo. El escuchar las simples teclas de este la rodeaban de una gran melancolía, no sabía el porqué de su tristeza, aunque a pesar de eso era consciente de que aquella música ocultaba algo, un profundo recuerdo que había ocultado en lo más vago de su vida. Tomo la baraja entre sus manos comenzando a encartar una a una con agilidad, torpemente dejo caer dos bajo la mesa a lo que Santiago las recogió para entregárselas con una sonrisa seductora; pero a Dalia no le interesaban los tipos como el músico, ni siquiera era sensata de no haber amado a otro hombre que no fuera él.
_Y... responda señor ¿Cuál es su nombre? – dijo a su agresor.
Suspiro pesadamente.
_Supongo que ya no importa. Raúl, mi nombre es Raúl, pero... ¿No crees un poco estúpido el preguntar por mi nombre?
_No negare eso. Si –afirmo mientras marcaba hoyuelos en sus mejillas – ¿Quién sería yo si no conociera a uno de los "empresarios" más poderosos del bajo mundo? Además de que la mayoría de las drogas trasladadas a mi país pertenecen a su pequeña "compañía". Nunca imagine que un narcotraficante como usted fuera a tener sentimientos.
Santiago escuchaba atento la conversación. Estaba más que interesado en la mujer a su lado, aspiraba enloquecido la fragancia a rosas que posiblemente coloco sobre su mascada antes de llegar; su cuello era blanquecino, sus piernas bien formadas y sin marcas de cicatrices. Y sus labios. Oh sus labios; un par de carnosos y palidezcos labios que hacían resaltar aun mas sus ojos.
_Digamos que incluso una persona de mi categoría tiene valores morales – respondió Raúl presionando los dedos de sus pies contra la suela de sus zapatos –aunque dejando eso de lado –alzo una ceja provocando arrugas sobre su frente –note algo interesante. Miras demasiado a tus espaldas.
_Al igual que usted. Creí ser la única, pero veo que no –movió los hombros con pesadez – siento el calor de sus manos aferrándose, sus uñas largas encajadas en mi. Es horrible.
Paro los movimientos de mano dejando una vez más el póker sobre el vidrio, se dirigió al anciano que parecía ser inteligente o al menos un poco normal sobre de todos ellos, no obstante el negó con la cabeza aludiendo su ignorancia .El viejo hombre no tenía idea de que hacer.
_Mi querida Dalia –dijo el músico con lastima en sus palabras – deberías tener un poco mas de fianza en mí, no me odies, incluso yo desconfiaría de mi mismo si me viera al espejo después de mucho tiempo, pero te aseguro que no soy del todo malvado. Comenzare – el joven de ojos negros prosiguió a repartir naipes boca abajo por toda la mesa –solo déjense llevar.
_ ¿Qué quieres decir? no hay forma de jugar con eso – aludió el traficante un tanto molesto por la acción anterior.
_No me diga que aun no lo ah notado.
_ ¿Notar que? – estaba a punto de salirse de sus cabales.
_Que por lo menos en toda la baraja si hay dos dibujos – miradas incrédulas invadieron su lugar – el Joker, el Joker si está presente – con agilidad saco el nombrado a la vista de todos los invitados susurrando unas cuantas palabras de un gran significado para sí: El joker, siempre comparado con el loco en las cartas de tarot.
_ ¿Cómo supones que jugare con solo dos cartas concretas? – alego la mujer fastidiada de tantos juegos verbales.
_Como podrás apreciar he colocado todas las cartas boca abajo – hizo una breve pausa – no jugaremos póker, sería una pérdida de tiempo encontrar la forma de ganar, pero en cambio hay una manera aun más divertida y tensa de hacerlo – una sonrisa cínica se formo en sus labios mostrando aquella dentadura implacable – mezclaremos las cartas para que el dúo de Jokers se pierda entre todas, cada uno de nosotros se turnara para coger un naipe, podrá haber dos perdedores. La gracia de todo esto es que quien saque uno de los combos pierde – comenzó a reír por lo bajo – es como jugar ruleta rusa ¿no lo creen? En todo caso lo único que debemos hacer es evitar sacar uno de ellos – volvió a su posición apacible – no obstante eso es imposible, nadie sabe donde se encuentran como para evitarlo.
_Un juego bastante peligroso he muchacho – el anciano se digno a hablar – incluso tú podrías salir perdiendo.
_Lo sé, pero eso lo hace interesante ¿Comenzamos?
Un gran nerviosismo, tensión, estrés y angustia rodeaba aquella habitación. El conejo se mantenía firme junto a una estatuilla humanoide a su derecha sin decir nada, esta cosa inclinaba la cabeza alertando a los que yacían sentados frente de sí. Pero lo que más sorprendió fue escuchar un maullido; un miar que provenía dentro de la boca de aquella escultura de mármol. El corazón de James parecía querer salir de su pecho con cada sonar o movimiento de la estatuilla que no se mantenía quieta.
El juego prosiguió dejando pasar los ruidos emitidos. El abogado temblaba al momento de tomar una tarjeta, poseía miedo de toparse con el afamado Joker, su cuerpo sudaba descontrolado, las cartas eran mojadas por la transpiración fría de sus palmas. Raúl meneaba los sus dedos impaciente, la última vez que sintió tantos nervios en su existencia fue en una muy especial reunión, donde puso en juego la vida de su hija; ella era apuntada con un arma de fuego contra su cráneo mientras de mil maneras rogaba a su padre que pagara la deuda a la mafia Italiana, en ese tiempo el era un hombre que siempre veía por su provecho, todo era negocios y mas negocios.
Sorprendentemente la estatuilla estiro su boca expulsando una lengua color café alertando a todos; estaba llena de baba y arrastraba hasta el piso de madera. Una masa peluda comenzó a salir de su garganta, era de color negro y tenía dos grandes orbes sin pupilas. Resbalo por el paladar deteniendo su choque con lo que parecía ser una extremidad de su cuerpo. Caminaba con porte, era un gato; una gato con clase y gracia. Meneo la cola con malicia de un lado a otro, subió al taburete junto al conejo estirando las patas y recostándose sin vergüenza alguna. La liebre miraba con recelo a su dirección, el felino simplemente afilaba las uñas de sus patas con los colmillos. Algo había mal, el anfitrión generaba tención, y eso no era bueno, su simple llegada arruinaba el ambiente crudo que había formado.
Ojeo una vez más al ladino. Pestañeo lento acariciando su pelaje con sosiego.
Y fue entonces que el gato hablo.
_ ¿Por qué tan callado? ¿Te comí la lengua? – dijo. No hubo contestación, se mantenía callado, sin expresiones ni furia alguna por la pregunta -¿Sabes? Masaw Morte ha estado observando por mucho tiempo a los suyos.
Volvió a ver al gato por el rabillo del ojo.
_Veo que te interesa. Dame uno de tus huesos y podríamos llegar a un trato – movió la cabeza haciendo sonar su nuca –Entonces ¿Qué dices? ¿Quieres saber?
_Es extraño verte por aquí.
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Juego de Mentes
Mystery / ThrillerCinco personas son reunidas con un solo objetivo, pero este no les sera revelado, un anfitrion que a pesar de su apariencia humana no es mas que un maniquie de carne y huesos de metal. Todos completos desconocidos, pero a la ves con algo en comun...