Capítulo 12: La noche de 1996 (parte 2)

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Stan no sabe cómo, pero su cuerpo comenzó a moverse por sí solo, no tenía control absoluto de lo que hacía, su cuerpo comenzó a avanzar tras el compañero de Jake que iba a dar una vuelta por su guardia, Stan intentaba con todas sus fuerzas tomar el control de su cuerpo nuevamente, pero sus intentos eran en vano, por más que hiciera, no lo lograba, no podía moverse a voluntad propia, era una sensación horrible.

Stan sin quererlo, siguió a aquel hombre hasta las celdas, lugar donde comenzaría el verdadero terror.

Mientras el oficial caminaba por las celdas, un trozo de papel con mierda fue lanzado desde el interior de una de ellas, el policía con asco se acercó y le dijo al recluso que la recogiera, sin embargo, el oficial cometió un grave error, no midió la distancia, y se acercó de más a la celda.

De la celda salió un brazo, que tomó al oficial y lo puso contra las rejas.

—¡SUELTAME! ¡SUELTAME! —gritaba el oficial incesantemente.

Pero...

El hombre que lo tenía a su merced, sacó una navaja casera, con la cual degolló al oficial. Stan presenció todo esto, no podía hacer nada, no podía moverse, y por más que gritaba nadie lo escuchaba.

El oficial cayó al suelo, dejando consigo un mar de sangre que brotaba de su garganta.

El hombre que había hecho tal atrocidad era Jerry, el recluso que se llevarían por la mañana para su juicio, el mismo que era responsable de todas las atrocidades que se habían cometido en Dumbville ese año. El hombre recogió la sangre del oficial en un pequeño envase y lo llevó al interior de la celda.

El cuerpo de Stan volvió a moverse, esta vez entrando a la celda, donde quedo horrorizado. Al parecer aquel hombre no planeaba simplemente escapar, lo que realmente estaba planeando era ejecutar un ritual satánico.

Con la misma navaja, el hombre se cortó a sí mismo, y con la sangre realizo un pentagrama, tras ello comenzó a cantar una canción demoniaca, los canticos eran realmente perturbadores, y retumbaban en los tímpanos de Stan, no solo eso, Stan recordó que eran los mismos canticos que ya había escuchado antes en la comisaría. El hombre terminó su canto, a lo que procedió a beber la sangre que tenía en el envase.

Parecía que ya todo había terminado, pero...

El hombre alzo su cabeza y gritó:

—¡ME OFREZCO A TI! ¡AGAGLIARETH!

Tras ello, procedió a cortarse el cuello. El hombre cayó al suelo, derramando su propia sangre en toda la celda.

Parecía que todo había terminado, pero estaba a punto de empezar. El hombre se levantó como si nada, a pesar de tener el cuello rebanado, volteó a ver a Stan y con una sonrisa en el rostro le preguntó:

—¿Estas asustado?

El hombre se acercó a Stan lentamente y le dijo:

—Esto es increíble, si hubiera sabido que obtener el poder de un demonio era así de fácil, lo hubiera hecho hace tiempo. Bueno que comience la diversión.

El reloj marcaba las 3:00am, los canticos demoniacos se hicieron presentes, y la masacre comenzó.

El hombre salió de las celdas, y se dirigía con paso lento a cada una de las zonas de la comisaría, a cada espacio al que iba, mataba a cualquiera que estuviera allí, no importaba que le dispararan, era imparable, despedazaba uno a uno a todo el que se cruzaba en su camino, los gritos de terror y desesperación se hacían presentes, gritos que no hacían más que excitar a este monstruo sin escrúpulos.

Stan seguía en las mismas, sin poder moverse, no tenía de otra más que ver toda la masacre que se estaba ejecutando ante él, era horrible la forma en que tenía que ver morir a todas esas personas.

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