¡𝐍𝐨 𝐞𝐬 𝐦𝐢 𝐚𝐥𝐟𝐚! [𝐋.𝐒]

𝐎𝟔

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—Creo que saben porque estamos todos reunidos aquí hoy.

Los dos pequeños sentados frente a él lo miraron confundidos y algo abrumados, no les gustaba salir de su casa porque realmente no eran la clase de niños que les gustaba salir a todos lados, sobre todo ahora que estaban de vacaciones y querían disfrutar de sólo dormir y dormir.

Y que Harry haya interrumpido su paz los ponía de muy mal humor.

—Necesito su ayuda —el rizado dijo sonriente, a pesar de que los dos niños seguían viéndolo sin una pizca de emoción.

—¿Y papá sabe que nos trajiste aquí? —Eider fue el primero en hablar.

—No, no le dije nada y ustedes no le dirán tampoco.

—Eso es secuestro, ¿sabías? —el pequeño Thomas dijo mientras hacía un puchero—. Voy a gritar y se lo voy a contar a quien más confianza le tenga.

Harry rodó los ojos, aquellos dos niños eran un dolor de cabeza, cuando menos te lo esperabas te atacaban por la espalda con tonterías o incluso con sermones tratando de ser superiores a ti, pero ya que Stephen le había pedido conocerlos, tenía que arreglar ese problema sí o sí.

—Esto no es secuestro, por dios, los conozco desde hace años —dijo a la defensiva—. Así está la cosa, ¿qué les parece como que fingen que son mis hijos por una tarde?

—¿Por qué no le dices la verdad a ese pobre chico? —Eider soltó, no le molestaba en absoluto ayudar a Harry, pero, ¿engañar a un pobre omega que no tenía culpa de nada? Eso no estaba dentro de sus principios.

—¿Qué? ¿Su papá se los dijo?

—Nuestro papi nos cuenta todo, siempre, todo y cada una de las cosas que le obligas a hacer —la expresión en el rostro del mayor cambió rápidamente—. Y no, no estamos dispuestos a participar en tu mentira.

—¡Oh vamos! Ustedes son los únicos que pueden ayudarme.

—A Eider no le agrada que su amor platónico engañe de esa manera, y sobre todo que utilice a papi como objeto de engaño —Thomas habló, dándole una mordida a su gran y humeante pizza.

Harry rodó los ojos y sin previo aviso, les quitó el plato de pizza que cada uno tenía en frente.

—Por favor, será como un trabajo, así tu podrás llevar a cabo tus enseñanzas de actuación —le dijo a Eider, quien sonrió malicioso en cuanto escuchó la palabra trabajo.

—Si esto será un trabajo, tendrás que pagarnos —declaró el mayor de los niños—. Quiero seiscientos dolares por día más tiempo extra si se pasan de ocho horas, y un curso de seis meses que papá no puede pagar.

Harry lo miró incrédulo, sabía perfectamente que meter a esos niños en su pequeño plan le iba a salir muy, muy caro, pues esos pequeños sabían jugar muy sucio.

—Cincuenta dólares y un curso de tres semanas en la Weigh E.N.C.I.A de tu localidad —reafirmo el alfa.

—Quinientos dolares y cuatro semanas de curso —atacó el menor.

—Trescientos dolares y tres semanas, tómalo o déjalo.

—Lo tomo —dijo Eider con orgullo y estrechó su mano con la del mayor.

—¿Y bien. ¿Cuál es tu precio pequeñín? —le habló ahora al menor de los Tomlinson.

—Quiero que me lleves a Hawai a nadar con los delfines.