¡Hola, hola! ha sido un tiempo de mi último Hualian, cómo los extrañaba.
Esta es solo otra historia cortita y simple, un primer encuentro en la sociedad moderna. Inspirada, cómo no, en una escena de Floricienta que me gusta mucho.
¡Disfruten!
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Hua Cheng es miembro de una banda que se formó con otros tres talentos, tres tipos tan raros y particulares como él mismo. Las calamidades y su banda, un nombre ridículo que saltó un día como broma y terminó siendo provisional mientras llegaba alguno decente... Aunque, dado que no habían salido del galpón donde ensayaban (a veces peleándose más de lo que tocaban, la verdad) conseguir un nombre mejor es lo de menos.
Entonces, en una tarde donde discutían por no tomarse en serio los horarios de ensayo, el miembro que faltaba (el más raro e irresponsable de los cuatro, un tipo llamativo que suele vestir de verde y es realmente desagradable, pero Hua Cheng sabe separar lo personal de lo profesional) se apareció anunciando la mejor noticia que han tenido desde que la banda se formó.
—¡Tocaremos en una fiesta!
Así fue. Este chico conoció a unos hermanos adinerados y, hablándoles muy bien de la banda, estos los contrataron para tocar en una gran fiesta que darían en su mansión. Al principio Hua Cheng no estaba muy de acuerdo, jóvenes derrochadores de dinero no siempre eran de fiar, pero trabajo era trabajo y cualquier cosa estaba bien para comenzar a salir de su cueva. Además, la paga era buena.
Esa tarde ensayaron a full, como nunca lo habían hecho, y el viernes por la noche estuvieron puntuales en la elegante mansión, la fiesta dentro ya a todo dar. No había un escenario ni nada preparado, pero se las arreglaron para hacerse de un espacio en la enorme sala de estar.
Cuando Hua Cheng se paró frente a la gente, su guitarra rojiza y brillante colgada en su hombro, tuvo el presentimiento de que no era tan buena idea como lo parecía. Su público, muchachitos finos vestidos de las mejores marcas, no se ajustaba en lo absoluto a su estilo más rebelde. Tampoco podía pasar desapercibido las miradas que los juzgaban sin ningún disimulo. Era demasiado notable la gran diferencia, y no solo la económica, entre ellos y el resto.
Hua Cheng pensó en el dinero y se sacudió los malos pensamientos, siguiendo adelante considerando lo lejos que habían llegado. Se anunció su espectáculo, su introducción como Las calamidades y su banda brotó risas entre la gente, y comenzaron a tocar.
Sin embargo, bien se dice que no todo es lo que parece. A pesar de las diferencias, pronto el público dejó a un lado las burlas y se contagió con su música y energía, sacudiéndose al ritmo de las melodías.
Al principio esperaban tocar solo un par de canciones, las únicas originales que tienen, pero la gente pidió más y optaron por los covers. Al final, hicieron un gran show con un total de siete canciones. Fue un éxito, mayor al que han tenido jamás, y realmente estaban orgullosos.
La fiesta siguió su curso y, aunque luego de tocar tenían la intención de cobrar e irse, se quedaron persuadidos por el calor de la gente. Hua Cheng, por su parte, no era el más sociable, pero si esto promocionaba a la banda pues adelante, ¡No podía desaprovechar esta oportunidad!
(Uno de ellos se comía sin todo lo que se le atravesaba, otro era escandaloso entre hombres y mujeres por igual y el último simplemente extendía su círculo social rodeado de gente con apellidos importantes)
Entonces, más tarde llegó una verdadera sorpresa. Una enorme máquina de espuma que entusiasmó a los ebrios y aún sobrios por igual. Hua Cheng, a su distancia, tuvo un mal presentimiento...
Y no se equivocó. Al principio todo bien, pero pronto la máquina perdió el control y el salón quedó repleto de espuma, llevándolos a evacuar. En eso estaba Hua Cheng, ya de mal humor, pero entre la gente notó una silueta bastante diferente a la extravagancia que había presenciado toda la noche, un chico más simple y que por supuesto no era un invitado de esa fiesta. Entonces, este resbaló, cayó dentro de la espuma y... No salió. Hua Cheng miró a todos lados, esperando que alguien más lo haya visto, pero no le sorprendió haber sido el único, este chico no era realmente un invitado del que preocuparse, ¿El encargado de la máquina que trajo desastres, tal vez? Respiró profundo y sin pensarlo fue a su rescate... Esta persona, ¿Realmente estaba loca?
No podía ver nada y llamar no tenía ningún sentido cuando, bueno, la espuma fácilmente podía colarse en su boca. Así que se guió por su propio instinto, siguiendo adelante tanteando con sus dos manos. Demonios, ¿Cuánta espuma había? Hua Cheng avanzaba, pero no había ni una sombra del hombre caído. Probablemente, este ya estaba fuera, sano y salvo, y él haciendo el tonto...
Entonces, tocó algo. Una superficie húmeda, firme, y sintió el palpitar a prisa de un corazón en apuros. Aquí estás, por fin. Tomó un puñado de tela y tiró hacia arriba, salvándolo de la densa espuma.
Lo primero que Hua Cheng vio fue el cabello castaño alborotado lleno de espuma. La persona frente a él tosió y, antes de que Hua Cheng pudiera preguntar si estaba bien o hacer algo más para ayudar, se pasó una mano por el rostro retirando parte de la espuma que lo mantenía encubierto.
El corazón de Hua Cheng se detuvo por un instante, por alguna razón que desconocía. Y contrario a temerle, dado lo nuevo que era para él, dio un paso hacia adelante atraído por su esencia, mirando fijamente esos iris caramelos, inocentes y sabios a la vez.
—¿Quién eres...? — su boca se abrió y su inquietud se deslizó, revelando el tono profundo de su voz.
Hubo una pequeña sonrisa resignada, apenas visible entre la espuma que quedaba, y el corazón de Hua Cheng se agitó, más fuerte que los tambores de la banda... La letra de una canción cursi, un género que ni solía escuchar, vino a su mente:
"Simplemente me sonreíste y yo ya te estaba amando"
—Siento mucho lo que pasó.
El muchacho, más bajo y de voz gentil, se inclinó ante él. A Hua Cheng no le importaba nada lo que ocurrió con la máquina de espuma y la fiesta arruinada, solo quería al menos saber el nombre de esta persona que sacudió su mundo como nadie más lo había hecho antes... Y con solo una mirada.
Sin embargo, no pudo volver a intentarlo, pues el muchacho simplemente se fue, perdiéndose entre la espuma donde hacía apenas un momento estaba perdido. Hubo una sensación desagradable en la boca de su estómago y no le gustó.
Entonces, como si nada estuviera perdido, Hua Cheng captó algo más entre la espuma ya menos esponjosa. Se inclinó y alcanzó la llamativa tarjeta de presentación que, gracias a los cielos, aún era legible.
Entre la espuma
Fiestas, babyshower, quinceaños, bodas... Y divorcios.
Contrataciones al XXXXXX
A su servicio: Xie Lian.
Hua Cheng no era precisamente el más optimista, prefería tener los pies bien puestos sobre la tierra y no dejarse llevar por fantasías e ilusiones ridículas. Pero ahí estaba él, sonriendo como un verdadero tonto enamorado al nombre que al final sí logró conseguir. Es el destino.
Xie Lian, de gratitud y misericordia. Un nombre hermoso para un chico definitivamente aún más hermoso.
Y aunque realista, Hua Cheng no desaprovechará esta oportunidad de ir por la única persona que lo había hecho sentir verdaderamente vivo, ¡Como si su existencia por fin encontrara una razón!
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Notas finales: ¡Gracias por leer! si les gustó, yo feliz de saberlo.
¡Hasta la otra!
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Entre la espuma | TGCF
Fanfic[AU - Hualian] El espectáculo y la noche ya habían terminado cuando Hua Cheng lo encontró entre la espuma. Miró fijamente a esos iris caramelos, inocentes y sabios a la vez, y le preguntó quién era. Hubo una pequeña sonrisa, apenas visible entre es...