^°^°^°^
Historia de Antlon
Era un día cálido y los ropajes empapados en sudor se adherían a mi piel bajo la armadura. Los rayos de sol de media tarde, todavía relucían con fuerza en las fachadas cuyos balcones exhibían flores de vivos colores. La gente lanzaba vítores a nuestro paso y las banderas ondeaban en los postes de las aceras y los edificios oficiales para rendirnos honor. No podía dejar de observar, desde mi caballo, aquellas preciosas construcciones de piedra y granito.
- La primera vez impresiona ¿verdad?
-Si... Su majestad - balbuceé sin poder apartar la mirada de aquello.
Estaba maravillado, atónito y no era capaz de disimularlo, había merecido la pena. La travesía había sido larga pero placentera, brindándome la posibilidad de ir más allá de las fronteras de nuestro reino y contemplar ciudades y parajes que sólo conocía de mi formación académica. Aun con todo lo que había descubierto estos últimos días, aquella estampa no era comparable a nada que hubiese visto antes.
Conocía bien a Siérico, nos habíamos criado prácticamente juntos. A simple vista parecía tranquilo y concentrado, pero sabía que por dentro era un manojo de nervios. Todos los reyes de Panergam sentirían la misma inquietud ante una situación así, y no era para menos. Al final de la avenida Anathop, nombrada así en honor a nuestro reino, ya podía vislumbrarse la grandiosa catedral de Pantlerios, faro moral del continente y guardián de sus gentes. Intuía que este edificio con forma de torre en espiral era magnífico, pero el simple hecho de poder ver cómo su cima se alzaba entre el resto de casas que nos rodeaban, demostraba que todo lo que había leído se quedaba corto en alabanzas.
En cuanto Siérico entrase a reunirse con el supremo y los otros tres monarcas, se haría oficial. Un par de semanas atrás había fallecido su padre y, tras guardar el luto de rigor, había llegado la hora de que afrontase su destino.
Cuando arribamos a la gran plaza de Pantlerios, donde confluyen las avenidas de los cuatro, me quedé de nuevo impresionado. La explanada me pareció inmensa, rodeada de árboles y estatuas que decoraban con majestuosidad aquel imponente edificio.
La estructura de la catedral que ante nosotros se erigía era fascinante. Estaba dispuesta de tal forma que los cuatro reyes y sus respectivos séquitos, pudiesen verse desde todos los puntos, a través de unos soportales bien iluminados por la luz solar. Alcé la mirada y contemplé el esplendor de aquella titánica construcción. De su base partía un remolino ascendente de piedra que adornaba las primeras plantas de la fachada. Eran cuatro arcos que se unían al suelo en forma de pie, los que albergaban los pórticos donde remataban las rúas de los cuatro reinos y que parecían ser los cimientos de la colosal atalaya. La espiral que partía del pedestal se integraba perfectamente a media altura en una bella estructura de aristas cuadradas de no menos de seis alturas, coronada por una impresionante torre de mármol blanco con cuatro ventanales ovalados, desde los que sin duda se verían la ciudad y sus tierras colindantes.
Este acontecimiento era algo singular e inusual. En condiciones normales, cada dos años, y en una fecha fijada con antelación, se producía en este mismo lugar el concilio de los cuatro soberanos. Pero había casos excepcionales en los que estas reuniones se llevaban a cabo de manera independiente a las fechas y resulta que este era uno de esos casos, ya que el motivo se debía a la desafortunada muerte de nuestro querido monarca.
Aprovechando la ocasión, pude al fin poner cara al resto de líderes. Había leído y escuchado diferentes historias acerca de ellos y de sus antepasados, mas nunca había tenido oportunidad de verlos con mis propios ojos.
ESTÁS LEYENDO
Panergam - J.L.Barod
Fantasi••• Un continente sin fronteras marcado por la hostilidad entre sus pueblos. Un pacto que lo cambia todo. El destino de Panergam, decidido por cinco grandes líderes, se torna pacífico y prometedor cuando las tierras se reparten entre cuatro nuevos m...