Abrí la puerta de mi casa con sumo cuidado. Eran las 02:10 de la mañana y no quería levantar a mis padres. Todavía caminaba un poco de lado y veía las cosas un poco distorsionadas debido al alcohol. Habíamos ido a celebrar el cumpleaños de un amigo y me dijeron que solo iríamos a la playa a pasar el rato y charlar sobre nuestras vacías vidas, pero los muy capullos me habían engañado y me los había encontrado a todos tumbados en la arena bebiendo vodka y ron. Como no quería haberme pasado una hora viajando por nada, me uní a ellos a regañadientes, aunque eso violara claramente mis principios de no querer tener nada que ver con el alcohol.
Fui directo a la cocina y me bebí un vaso de agua y un par de galletas, solo para llenar un poco el estómago antes de irme a dormir. Releí los mensajes del móvil que me había enviado mi mejor amigo, Joel.
Cuando hube terminado subí los escalones que llevaban hacia el piso de arriba, andando con extrema cautela para no despertar a mis padres.
Me asomé a su cuarto para ver si estaban bien o si los había despertado, pero la oscuridad era tan absoluta que no podía distinguir sus siluetas. Me encogí de hombros y fui al baño. Luego entré en mi habitación, me puse el pijama y me metí en la cama, dónde me quedé dormido casi al instante. Eran las 02:20.
Me desperté sobresaltado y sudoroso. Miré el reloj de mi mesita de noche: eran las 02:50. Me froté los ojos y noté que estaban húmedos. ¿Había llorado? Había sufrido una pesadilla horrible de la que no lograba acordarme y ahora me era muy difícil dormirme.
Di vueltas por la cama durante veinte minutos sin lograr conciliar el sueño y al fin decidí ir al baño a refrescarme la cara. Encendí la luz, abrí el grifo y metí la cabeza debajo, dejando que el agua me resbalara por la frente y despejara mis ideas. Cerré el grifo y me sequé la cara con la toalla, pero al alzar la cabeza vi a través del espejo un leve movimiento a mi izquierda, en la ducha. Volteé la cabeza con rapidez y vi como una sombra enorme emergía del desagüe de la ducha.
No tenía una forma uniforme, era algo así como... fragmentada, sin cohesión con algo parecido a un solo cuerpo.
Salí desconcertado del baño, cerré la puerta tras de mi de un golpe seco y me dirigí hacia el cuarto de mis padres. Al irrumpir encendí la luz y empecé a gritarles para que se despertaran cuando de repente las palabras se me atragantaron en la boca. Mis padres no estaban en la cama, no sus cuerpos enteros al menos. Por toda la habitación se podían ver trozos de lo que una vez fueron mis padres, esparcidos como si les hubiera estallado una bomba desde el interior de su cuerpo.
Noté como una presencia se movía por detrás de mí, pero justo cuando iba a girar mi cabeza, noté que no podía. Básicamente porque ya no la tenía pegada a mi cuello.
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Historias cortas
ParanormalEn este espacio me dedicaré a publicar historias que normalmente, sino siempre, tendrán una extensión promedia de una página y tendrán que ver con lo paranormal. Seguramente no habrá continuaciones, excepto cuando la gente me lo pida.