Michael. Un joven de apenas 19 años que tras renunciar al control de su familia, escapó de su región para tener una nueva vida con el dinero que generó. Hasta que en una noche su vida tuvo un "Cambio Repentino"
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En una noche, como cualquier otra. Debajo de la luz de la luna una silueta yacía recostada en una de las paredes de un edificio.
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Abriendo una lata de cerveza, aquel muchacho de cabello oscuro tomaría un sorbo mientras empezaba a alejarse de un hotel, en dirección a la entrada.
Mientras que su teléfono no paraba de vibrar por la cantidad tan absurda de notificaciones que le llegaban. Frenando su caminar, aplastaria la lata de cerveza, tomando rápidamente su teléfono que aún vibraba locamente, para estrellarlo contra el suelo con todas sus fuerzas.
Viendo fijamente su teléfono destruido en decenas de partes, giraría su mirada detrás de él para ver cómo un hombre junto a un Pichu, llegaban en una camioneta negra. Aquel hombre se bajaría para acercarse a nuestra protagonista.
???: Su vehículo está listo, Joven Michael.... *Extiende sus llaves*
Michael:...... Claro..... *Toma las llaves*
???: Espero que tenga una bella noche.... Usted es recibido cuando sea....
Michael: Gracias, pero no creo volver..... Igualmente, que tengas buena noche.... *Extiende un fajo de billetes*
???: ¡¿S-Señor?! *Mira a Michael*
Michael: *Deja caer el fajo* Es tu propina.... Adiós....
Pisando a fondo el acelerador, Michael se iría velozmente alejándose del terreno del hotel. Mientras se fijaba en la hora de la consola del vehículo. Marcaba las 01:21 AM, con un suspiro Michael solo devolvió su mirada en el camino, este tenía pensado volver a su ciudad y dormir en su cama.
Atravesando la ciudad nocturna, las luces rebotaban en el parabrisas de la camioneta. Los minutos pasaron hasta que a pocos kilómetros de por fin salir de aquella ciudad, el hambre llegó. Michael sin resistir a las necesidades de su cuerpo, se acercaría a una tienda cercana.
Michael: (PokeTienda 24/7.... Eso servirá)
Estacionando cerca, Michael se bajaría de su camioneta, mientras se colocaba una mascarilla y una gafas de sol, para dirigirse a la tienda. Pero antes de dar siquiera un paso, el llanto ahogado de algo, llamo su atención, girando a sus espaldas fijaría su mirada en un callejón.
