Han Ji Sung era un ángel que no paraba de meterse en problemas. Cuando por fin consigue cometer su mayor error hasta la fecha, se encuentra exiliado de vuelta a la tierra.
Lee Min Ho era un rico e indiferente hombre de negocios que creía que el din...
JiSung se sentía cayendo, cayendo y cayendo. Parecía no tener fin. El viento azotaba el pequeño cuerpo del chico, sus delicadas extremidades se retorcían y agitaban en el aire mientras su frágil figura descendía.
Cayendo, cayendo, cayendo... y luego nada.
JiSung sintió que se desplomaba contra lo que parecía una superficie dura. El suelo era frío y áspero, por lo que raspaba un poco la delicada piel del muchacho, que hacía muecas de incomodidad. Justo cuando JiSung estaba a punto de abrir los ojos, oyó un fuerte ruido seguido del peor dolor que había sentido en su vida.
Dejándose caer de nuevo al suelo, JiSung vagamente escuchó fuertes ruidos sordos y gente gritando.
Cayó en la inconsciencia con un solo pensamiento en su mente...
Wow, la vida en la Tierra es una porquería...
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— Señor, le juro que no tenía ni idea de dónde venía. Estaba conduciendo y entonces apareció al azar en la calle —.
— ChangBin, las personas no aparecen mágicamente de la nada. El hecho de que hayas atropellado a un mocoso no significa que puedas inventar excusas —.
— ¡Pero no es así! De verdad, ¡Fue como si se hubiera dejado caer por la calle desde el medio de la nada! —
JiSung abrió los ojos, adaptándose a su nuevo entorno. Al mirar hacia abajo, vio que estaba en una cama decorada con sábanas rojo oscuro y una enorme cantidad de almohadas de felpa dorada. Las paredes de la habitación también eran rojas y tenían una colección de cuadros que JiSung sabía que tardaría años en apreciar. El chico parpadeó varias veces. Aquí todo era mucho más oscuro que en el Cielo, así que le costó un poco acostumbrarse.
— ¡Oh, estás despierto! —
JiSung giró rápidamente la cabeza para ver a dos hombres mirándole fijamente. Uno de ellos era bajo e increíblemente delgado, con una mirada de disculpa en su bonita cara. El otro hombre era un poco más alto y de aspecto tranquilo, con cara amable y el pelo rizado cortado justo por encima de la nuca. JiSung sonrió a los dos hombres. Los dos tenían buen aspecto y eran casi tan hermosos como los ángeles que estaba acostumbrado a ver, así que eso lo tranquilizó.
— Hola —, dijo el hombre de pelo rizado, con voz grave y ronca, tan distinta de las dulces y melodiosas voces que JiSung había oído toda su vida, — ¿Estás bien? —.
JiSung intentó asentir, pero sintió un dolor punzante en el cráneo. Gimió y se agarró la cabeza, haciendo un puchero. El hombre de pelo rizado se rió un poco.
— Probablemente te duela un poco la cabeza, ya que la golpeaste contra el suelo después de que te atropellaran —, explicó con calma, — ¿Puedes recordar tu nombre? —.
— JiSung —, gimoteó el chico, todavía sujetándose la cabeza palpitante, — Han JiSung —.
— Ah, vale, Han-sshi. ¿Puedes decirnos cuántos años tienes? O dónde vives —, preguntó el hombre de pelo rizado. JiSung negó con la cabeza, y su puchero creció aún más.
