Siempre has sido mío

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Amaba su olor. Amaba el tacto de su piel bajo sus dedos, y el de su pelo rozando su propia piel. Amaba cada sonido de su boca. Amaba las cosas grandes y las pequeñas. Lo que más amaba eran sus ojos, pero no por ello no amaba su pelo, que según la luz, era de un tono u otro, o sus manos delicadas pero con callos de lanzar la Quaffle.

Era perfecto.

Nunca había amado tanto a nadie.

Lily fue su amor de niño. Su inocencia era encantadora y aún lo hacía sonreír a día de hoy. Era dulce de recordar, y más dulce de ver si aún tenía la oportunidad.

Pero desde el 1 de Septiembre de 1971 su objetivo era otro muy distinto.

Al principio, hasta que no tuvo como trece, no se dio cuenta. Porque Lily seguía siendo su amiga, su apoyo, un faro en la oscuridad; eso sin contar que su verdadero amor era de todo menos amoroso, al menos con él.

Sirius Black.

La persona que más había amado nunca.

Era hermoso hasta en dolor. De piel blanca, cabello negro ondulado y ojos plateados. Curvas preciosas propias de un doncel, pectorales marcados como un hombre deportista, piernas largas musculosas por el Quidditch, pestañas de actor de cine muggle, labios besables, pies adorables... Con carácter, con fuerza, con magia, con poder, con presencia, con dinamismo, bromista e inteligente. Su sonrisa era asombrosa y le hacía babear como un idiota.

Él había sido un abusón, pero él tampoco se quedó atrás. Se hicieron la vida imposible el uno al otro, pero en especial Sirius a él, junto con sus amigos.

Su vida de mierda con su padre alcohólico, el desamor sobre Lily, su fealdad, su mestizaje, su pobreza, los merodeadores, la presión de los mortífagos... Todo desaparecía si Sirius sonreía.

Si se peleaban podía tocarle, si les castigaban podía estar a solas con él, si se hechizaban podía escuchar su voz y sus insultos.

Y cuando estaba en tercero, se dio cuenta finalmente. Quería verlo, quería olerlo, quería... Todo. Compartían un par de clases sin el resto de merodeadores y esas eran las mejores, porque aunque era esquivo también era tranquilo e incluso eran capaces de hacer un trabajo en grupo sin asesinarse. Pasó de querer que Lily le rozara a que lo hiciera el moreno, de querer tener la atención de Lily a querer que los ojos plata de Sirius le mirasen... Conforme creció y se convirtió de niño a joven, se excitaba pensando en sus curvas bajo sus dedos y se enamoraba al pensar en sus palabras de amor para él.

Se lo merecía.

Era un sangrepura, prácticamente una rey entre la élite y la aristocracia, era hermoso, era muy fuerte... Él era poderoso, versado en muchas áreas y provenía de una familia de sangre limpia hasta que llegó él. Sirius era lo mínimo que se merecía, y de hecho, es lo único que quería en realidad.

Pero él solo tenía escarceos con otros y otras, no tenía ojos para "Quejicus", y eso le llenaba de rabia y odio. Él podía darle una buena vida. Quizás no tenía una fortuna, pero sabía que pronto llamaría la atención del Lord y eso le daría una buena posición y, por tanto, dinero y propiedades. El hecho de que él fuera totalmente contrario a sus ideales era solo una nimiedad a sus ojos... Su amor y su poder oscuro deberían impresionarlo y no necesitar nada más que él.

Era perfecto.

Y ahora era suyo.

Al fin... Por fin...

Pasó su lengua por su hombro mordisqueado por él. El sabor salado junto con su suavidad y su olor, le hicieron alcanzar el orgasmo dentro de él, muy profundo, ahogando un fuerte gemido contra su piel.

Poco a PocoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora