Tu futuro es mi presente

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Su cuñado le cogió de los hombros y lo frenó- Vas a hacer un agujero en una alfombra que tiene dos siglos de vida. Siéntate de una maldita vez, Sev.

Se sentó, no sin antes suspirar y servirse otro vaso de whisky- Estoy nervioso. Ya llevan diez horas y no hago más que oírle gritar.

-Cuando mis hijos estaban por nacer yo estaba en esta misma habitación, como tú. Como estuvo Lucius hace un mes y pico- Su amigo levantó la copa al oírse mencionado- Y como estará algún día Regulus. Yo estaba muy nervioso y angustiado, con Wal gritando como si se estuviera muriendo; y pocos años después con Wal gritando como si se estuviera muriendo y con Sirius gritando porque escuchaba a su madre gritar- Todos se rieron- Mi cuñado Al, se lo llevó a casa a dormir con Bella y Narcisa- No mencionó a Andrómeda pero supuso que también estaría.

-Es difícil estar aquí con él allí arriba haciendo el trabajo duro.

-No te preocupes, Sev, que a mi hermano no se le olvidará en absoluto y tendrás que pagar cada maldita hora de parto con un siglo de esclavitud en el infierno- Todos se rieron.

Draco, su ahijado estaba durmiendo en una sala insonorizada con Narcisa bajando cada dos horas a darle de comer, o Lucius yendo a ver cómo estaba. Con Bellatrix en la cárcel, Andrómeda renegada y desheredada, y siendo ambos huérfanos; los presentes más la matriarca Black y Sirius, eran la única familia directa que les quedaban.

Se quedaron en silencio, con la radio de fondo muy bajita, ya entrada de madrugada, repitiendo las noticias del día, con anuncios para pociones para los insomnes y algunos espectáculos picantes en el callejón Knocturn. Lucius bebía y leía. Regulus bebía y dormía. Orión bebía y bebía otra vez. Y él bebía y se desesperaba.

Se salió a la terraza a fumarse un cigarro y su suegro le siguió rato después, le puso la mano en el hombro y le atrajo- ¿Sabes que es peor que escuchar a tu esposa gritar de dolor y no poder hacer nada? Escuchar a tu hijo gritar de dolor y no poder hacer nada... Lo sabrás antes de que acabe este día.

Tras doce horas de parto, Narcisa le hizo ir hacia arriba- Ha sido un niño fuerte y sano, con unos pulmones impresionantes- Todos se abrazaron entre ellos- Te toca subir, nuevo padre.

Se cruzó con Walburga, que le dio un abrazo antes de dejarle ir, y entró en la habitación.

La luz estaba tenue, había muchas pociones vacías y sábanas y toallas por el suelo, en olor era a rancio y a sudor. Pero no importaba.

Sirius estaba en un lado de la cama, con el pelo sudado mal peinado, pálido y ojeroso... Y con un bultito de ropas en brazos.

-Hola, papi...- Dijo en un susurro- Alguien quiere conocerte.

Se acercó, dejó una rodilla en el colchón, y Sirius y él se besaron brevemente mientras le daba a su bebé.

Su hijo.

Su Regulus.

Era tan y tan pequeño, con un pijamita azul oscuro y una manta blanca rodeándolo. De piel blanca, uñas diminutas, arrugadito, con su nariz como la suya, las orejitas de Sirius, el pelo negro más como el suyo y sus profundas ojeras. Y feo como una patata, como todos los bebés, pero era su bebé, y por tanto, su fea patata.

-Hola Reg, bienvenido al mundo, hijo.

-Somos papá y mamá, mi amor.

Había tenido un hijo con Sirius, el verdadero amor de su vida. Se puso a su lado, y le besó suave y despacio- Gracias por este regalo, mi vida.

-Recuerda este momento cuando sea un adolescente y te grite que te odia- Ambos se rieron. Su esposo se derritió en la cama, cerrando los ojos pero despierto, él se llevó al pequeño escaleras abajo.

Poco a PocoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora