𝑷𝒓𝒐𝒍𝒐𝒈𝒐

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𝑺𝒂𝒃𝒓𝒊𝒏𝒂

27 𝘥𝘦 noviembre 𝘥𝘦 2021

"Uno, dos, tres": conté para mis adentros justo antes de bajarme del taxi en el que Leila y yo habíamos llegado hasta el lugar en donde se celebraba la gran inauguración del año en el sector de la moda. Tomé una gran bocanada de aire, sintiendo como el frío de la noche me despertaba, y retoqué mi pelo con un rápido movimiento con la intención de asegurarme que cada mechón estuviera en su lugar mientras mi mejor amiga abría la puerta dándome acceso a la calle.

— Vamos Sab, vas a dejar impresionados a todos. —añadió ella junto a una gran sonrisa antes de bajar.

Decenas de paparazzis adornaban la puerta de la entrada, sus cámaras parpadeaban incesantemente y los focos caían sobre los invitados que rodeaban el recinto con un resplandor deslumbrante. El sonido de los flashes y los murmullos de la gente causaban un caos acústicos que se asentó en mis oídos. "Todo va a salir bien esta noche", me repetí una y otra vez intentando calmar mis nervios.

Observé el lugar, una enorme villa se presentaba frente a nosotras. Fuera de esta se observaban grandes columnas adornadas de flores y jardines perfectamente cuidados. Nos situamos en la larga cola que parecía eterna por la gran masa humana que no dejaba ver la puerta de entrada, tan solo un sin fin de rostros desconocidos que charlaban animadamente entre ellos. La gran mayoría de ellos se conocían antes de llegar aquí, ya que el renombre de algunos los hacía ser el foco de atención incluso fuera de la fiesta.

Antes de lo esperado, estuvimos cara a cara con los guardias de seguridad que revisaban las listas de invitados y los cuales se encargaban del acceso. Era un evento demasiado privado y exclusivo, por lo que estar allí era lo más parecido a un sueño.

— ¿Nombre? —preguntó un guardia con cara de pocos amigos.

— Sabrina Tomson. —sentencié con firmeza, intentando mantener la calma a pesar de la tensión que sentía.

Revisó meticulosamente los papeles que mantenía entre sus manos y tras un largo silencio de aproximadamente medio minuto volvió a dirigirse a nosotras.

— No hay ningún acompañante asignado junto a tu entrada. —dijo señalando a mi amiga, la cual frunció el ceño mirándome.

— Claro que lo hay —repliqué molesta—. Puedo enseñarte el correo donde lo indica.

— O pasas sola o te marchas. —indicó el otro guardia con voz seca.

— No pienso irme. Mi entrada permitía traer a un acompañante y va a entrar conmigo. —me crucé de brazos indignada por la pésima organización.

Tú y yo y un encuentro por ParísDonde viven las historias. Descúbrelo ahora