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Ji Li estaba encerrado en aquella habitación de hospital, intentaba entender porqué tenía aquella suerte. Desde que había sufrido su primer celo le quedó algo muy claro, algo no estaba bien con él. No sentía a su animal, su olor era casi nulo y, su época de celo, nunca había aparecido, después de aquel día.

Vio por la venta las estrellas, que aquella vez parecían brillar aún más fuerte de lo normal. Su habitación estaba en el segundo piso, pero había tejado debajo de la ventana, así que simplemente saltó. Ya lo había hecho antes, saltar de tejado a tejado, así que no le era muy difícil hacerlo en esos instantes. Con sus pies descalzos tocó el césped frío y un poco húmedo, necesitaba respirar aquel aire puro. Amaba estar en un sitio cómodo y calentito, pero, no era su hogar, al revés, las personas le miraban con tristeza, haciéndole sentir más incómodo.

—No deberías estar aquí a estas horas—le hablo una voz profunda, haciendo que se asustara y soltara un grito.

—Tranquilo, vengo en son de paz—le dijo la voz con tranquilidad.

—¿Quién eres?—le preguntó Ji Li mientras se giraba por donde provenía aquella voz y, fue su corazón el que salto de la emoción. Un chico alto, guapo, con unas facciones definidas y una mirada profunda, le miraba fijamente, haciendo que se sonrojara un poco.

—Mi nombre es Wang Yizhou—se presentó el chico.

—El mío, Ji Li—susurró en voz baja.

El alfa lo miró por largos segundos, no apartaba la mirada del menor. Puede que fuera un impulso, pero sonrió, aquel omega sonreía a un alfa.

—Eres… Raro—dijo aquel alfa. El omega le miró, sin terminar de comprender, pero de igual manera sonrió.

—¿Eso le dices a todos?—le preguntó Ji Li. Algo que sorprendió bastante al alfa.

—No sé por quién me tomas, pero todo el mundo es raro, tú eres raro, la enfermera que te atiende es rara, el médico que te pidió una muestra de sangre también es raro, el chico que trae las comidas también, mi primo es raro, hasta yo soy raro…—le intentó decir queriendo evitar que el joven pensara mal de sus palabras, pero posiblemente solo empeorara la situación.

—Espera… ¿Por qué sabes todo sobre todos los interinos que me pidieron algo o me trataron?—le preguntó con miedo y duda. El alfa en esos instantes se quiso maldecir, a él y sus nervios.

—Escucha… No es lo que parece—tartamudeó poniéndose más nervioso.

Ji Li en cada momento desconfiaba más de aquel hombre, así que mientras el chico se intentaba explicar, él comenzó a correr, dejando al alfa solo con la palabra en la boca.

Cuando el alfa se dio cuenta de que había asustado al chico, tan solo pudo agachar la cabeza, suspiró y tan solo miró sus palmas. Desde que había visto al chico, puede que sonara una tontería, pero su corazón no dejaba de latir cada vez que lo veía. No quería asustarlo, tan solo deseaba hablar con él, escucharle, pronunciar su nombre, aunque solo fuera de despedida. Su animal aulló de decepción y, el humano volvió a suspirar.

—Yizhou eres terrible acercándote a las personas—le habló una voz por detrás.

—Yibo no estoy para tus bromas—bramó Wang Yizhou con molestia.

—Tranquilo, lo sé. Pero necesitabas volver a la realidad—le dijo antes de acercarse y golpearle la espalda—. Venga primo, seguro que eres capaz de hablar con el chico sin que este huya de ti—le intentó animar antes de comenzar a irse.

—Yibo, espérame—chilló el joven antes de ir detrás de su primo.

Yibo no se detuvo, pero miró por encima de su hombro, aquel chico estaba ahí, escondido detrás de una columna, su primo no se había dado cuenta, pero él había visto todo lo ocurrido, sabía que aquel omega no confiaba mucho en los alfas, aunque no había huido completamente de Yizhou, paró cuando se dio cuenta de que este no le perseguía y simplemente se escondió.

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Ji Li se giró en aquella mullida cama, se comenzaba a despertar y, un dulce olor, inundaba sus fosas nasales, frunció un poco el ceño y abrió lentamente los ojos, parpadeó un poco y sus ojos enfocaron a pies de su cama un ramo de flores, eran de varios colores, pero verdes eran las que más había.

—¿De quién es esto?—preguntó mientras se levantaba. Se acercó a las flores, las tocó con cuidado y sonrió por lo bajo. Pero algo captó su atención, una nota entre las flores, la cogió y abrió, en ella había un escrito, el cual decía:

Para Ji Li
*Del alfa idiota

Antes que nada, siento lo de anoche, no deseaba asustarte, pero realmente me puse muy nervioso y no supe qué decirte. Sabía lo de tus médicos porque soy yo el que organiza todas las citas y visitas que pueden recibir los omegas. Quiero disculparme en persona, había pensado en reunirnos en el jardín de anoche, pero si aún me tienes miedo ven a las dos, a esa hora hay personas paseando, pacientes, médicos y algunos visitantes. Siento lo de anoche chico bonito.

Después de leer esa nota, Ji Li estaba completamente rojo, puede que fuera tonto, pero aquella última frase le había hecho sentir un aleteo en el corazón. Estuvo un rato en las nubes, sonriéndole a las flores, pero cayó en cuenta de algo, su condición. Aquello bastó para traerlo a su realidad de nuevo. Desanimado se levantó del suelo y se acostó en la cama.

—No sabe de mi condición, cuando lo sepa se alejará—murmuró aún más desanimado. Para su mala suerte, al estar tan metido en sus pensamientos, no escuchó la puerta y como alguien lentamente se acercaba a él.

Secta MingDonde viven las historias. Descúbrelo ahora