Xiao Zhan comenzó a abrir los ojos, los sentía pesados y le dolía la cabeza y su pie. Maldijo un par de veces en su interior.
—Zhan estás despierto—dijo una voz que conocía a la perfección.
—No grites, me duele la cabeza—le dijo a Song Ji Yang con gesto de dolor. El contrario sólo alzó una ceja pues no había gritado.
—Como quieras—le dijo en voz baja.
Ambos se quedaron en silencio hasta que Xiao Zhan recordó algo—. ¿Donde estoy?—dijo mirando a su alrededor.
—¿No te acuerdas?—preguntó preocupado.
Xiao Zhan lo miró extrañado. Sin embargo, se acordó un poco. Estaba en el hospital de las afueras y había tenido una conversación con Ji Yang. Abrió la boca ligeramente y asintió con la cabeza.
—Sí, ya me acuerdo—susurró—. ¿Y los demás?—preguntó. Ante esa pregunta el rostro de Song Ji Yang se ensombreció.
—¿Cómo decirlo?… Ji Li se está sometiendo a una cirugía. Parece ser que descubrieron que le ocurría, sin embargo si esta operación sale mal, Ji Li será completamente infértil—dijo con la voz temblando un poco al final.
Xiao Zhan solo cerró los ojos. En parte sí salía mal la operación el era culpable, si la secta Ming les matara, también sería su culpa. Todo se resumía en sus malas decisiones. Pues vaya mierda. Pensó.
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Z
hu Zanjin era un omega de la secta Ming. Había tenido una buena educación, era un buen chico, amable y servicial. Sin embargo tenía un letrero en su espalda "amante". Ese era su letrero. Entendía el por qué, pero deseba no tener ese título.
Hacía cinco años había conocido al hermano del líder, desde el primer momento habían tenido una buena relación a decir verdad. Se complementaban, aunque no de manera amorosa, eran amigos, nada más. Al revés, Zhu Zanjin se alegraba que su amigo tuviera a su destinado junto a él.
En cuanto a los rumores, todo empezó por las malas lenguas, Zhu Zanjin a veces visitaba a Liu Hai-Kuan en su trabajo y hablaban en el despacho de este, compartían ideas o lecturas. Cosas triviales, pero el tiempo era largo y es decir, ¿alguien pasa tres horas hablando de libros? ¿Solo ellos dos? Así comenzó el rumor.
La gente era una mierda. Eso lo sabía perfectamente Zhu Zanjin. Pero el no quería a Liu Hai-Kuan, era su amigo,lo decía a los cuatro vientos pero nadie le creía. Además, tenía a alguien. Shu Ya Shin. Un alfa de las afueras de la ciudad, trabajador y carismático. Tan sólo tenía un pequeño problema, era un Don Juan, por así decirlo. El omega sufría cada vez que iba a visitarlo, ¿por qué? Porque observaba como una omega salía de aquella casa de una sola habitación, con esa sonrisa tonta característica después de haber tenido sexo.
Aunque cada vez que ese alfa lo veía, parecía olvidarse de su acompañante de una noche. Pero aquel alfa jugaba con los sentimientos del omega, no lo quería, pero sabía que el omega iría a visitarlo, que le traería comida y pequeños regalos. Así que, de vez en cuando le sonreía como si lo quisiera o le agarraba con sutileza la mano. Aquel alfa observaba como ese bonito omega se sonrojaba y decía cualquier tontería. Y hacia aquello todas las veces que el chico iba a su casa. Pero un día tuvo un desliz, sin saber que el chico estaba al lado de su ventana le dijo a su nueva amante que "ese omega no le gustaba, solo lo utilizaba para que le regalara cosas, nada más."
Aquel día Zhu Zanjin dejó caer la cesta que llevaba con la mejor fruta del mercado y salió corriendo. Aquel día el omega se abrazó a Liu Hai-Kuan como su único pilar. Aquel día dejó sin querer sus feromonas en el cuerpo del alfa. Aquel día Wang Zhou Cheng no aguantó más aquellos rumores y desapareció junto a tres omegas más poco después.
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Mentir una vez más. Decir que se han ido porque tenían que investigar sobre la sociedad humana, que con los avances del nuevo chico podrían mantener aún más protegida la secta—dijo tras haber escuchado toda la historia.
—Xiao Zhan.
—¿Perdón?—preguntó Zanjin.
—"El chico", se llama Xiao Zhan. Tiene nombre—le dijo Wang Yibo. Pero nadie le dijo nada, se le notaba ido, pero con aquello último, una parte racional suya parecía funcionar.
—No es mala idea—dijo el más mayor de todos—. Lo mejor es que preparéis el discurso antes de cinco días, porque hijos míos, tenéis las hormonas revolucionadas—les dijo a Yibo y Liu, los cuales tenían relativamente cerca su época de celo—. Además, cualquier revuelta será sofocada por Wang Yizhou o Hao. Así que no os preocupéis, yo seguiré dirigiendo la secta, hasta que volváis, pero es necesario zanjar este asunto antes de que os vayáis—les dijo mientras se levantaba de su asiento.
Los hermanos se miraron una vez más, tenían unas ojeras increíbles y se veían demacrados, solo habían pasado un par de días y sentían que iba a desfallecer, además sus primos no parecían estar en sus mejores momentos. Estaban igual que ellos.
—Lo mejor es que descanséis y repongais energías, yo iré con el señor Wang y prepararé el discurso porque al final he sido yo el de la idea—les dijo Zhu Zanjin con una pequeña sonrisa. En parte tenía culpa en esa situación así que era lo menos que podía hacer.
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Shu Ya Shin caminaba una vez más en su habitación, observando una vez más la cesta con la fruta sucia de tierra, aquel había sido lo último que había obtenido del omega y tenía un problema. Lo odiaba. Odiaba el hecho de que ese omega lo hubiera abandonado. No podía dejarlo así, quería ir a encontrarlo, pero tenía un problema no sabía donde vivía, realmente no sabía mucho de él. Solo que tenía una bonita sonrisa y era bonito. Un omega muy bonito. Se odio por eso también, porque desde el incidente, no podía dejar de pensar en él y cada momento en su casa. Parecía verlo en su salón mientras contaba lo que le había pasado en el mercado o como se había detenido a observar a los animales que se encontraba de camino hasta su casa, o parecía verlo en la cocina, mientras preparaba un picoteo para ellos dos. También lo olía, olía ese olor a manzana tan característico suyo.
Se llevó aquel pañuelo una vez más a la nariz, aún portaba un poco de ese aroma. Se iba a volver loco, quería verlo. Aunque intentaba engañar a su corazón. Porque el no era hombre de una persona, el jamás se entregaría en cuerpo y alma a alguien.
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Secta Ming
FanfictionXiao Zhan, un huérfano, posee un libro sobre la extinta Secta Ming. Al crecer, se une a un grupo de exploradores para encontrar las ruinas de esta poderosa secta china. Durante su búsqueda, descubre algo que no tendría que existir. Enfrentándose a u...