Osamu, kuroo y kenma
Ups
Osamu Miya
“No tienes que hacerlo. No quiero molestar-,”
“No me molestas, no te preocupes”, te tranquiliza. "Solo siéntate, te haré algo rápidamente". Los ojos grises de Osamu miran a los tuyos cálidamente, con una sonrisa torcida en sus labios. "¿Lo normal?"
Asientes con la cabeza, felizmente sentándote en el mostrador. La tienda está vacía, a excepción de usted y él. Lo ves trabajar, sus manos forman eficientemente el onigiri mientras ustedes dos caen en una pequeña charla inofensiva.
Normalmente, Osamu no haría tal excepción. Pero, ¿cómo podría rechazarte a ti, su cliente favorito? Entraste, claramente pasada la hora de cierre, hambriento. ¿Quién sería él para no concederte tu deseo?
Le encanta verte comer, tus delicadas manos sosteniendo algo que hizo tan preciado. La forma en que tus labios envuelven la comida y el zumbido apreciativo que vibra en tu pecho nunca deja de calentar su corazón.
Tiene que admitir que le gusta esta excepción que hizo por ti. Ahora puede observarte de cerca y tiene todo el tiempo para dejar que su mirada vuelva a ti, una y otra vez.
Su corazón se acelera en su pecho, sus ojos hambrientos recorren tus facciones. Eres deslumbrante, incluso, o quizás especialmente, con tus mejillas llenas y tu expresión de satisfacción.
"Tan delicioso como siempre", le sonríes y él jura que su corazón se detiene por un momento.
Osamu tiene que resistir el impulso de recoger el maíz de arroz perdido de tu barbilla. No está realmente seguro de cómo vive los próximos minutos. Su lujuria aumenta continuamente, lo que le dificulta cada vez más hablar contigo.
Una parte de él incluso se siente feliz cuando finalmente sales por la puerta, después de agradecerle efusivamente. Sus ojos siguen tu silueta en retirada.
Deja escapar un profundo suspiro una vez que la puerta se cierra. Vergonzosamente, baja la cabeza, viendo su polla dura esforzándose incluso debajo de su delantal. Pierde el delantal y traga saliva. Es incapaz de comprender cómo puedes tener tanta influencia sobre él. Se siente culpable por la reverencia con la que te desea. Casi se siente loco .
Osamu se mueve, sentándose en el lugar donde estabas sentado unos segundos atrás. Y no puede evitar pensar en ti. Sobre tu hermosa figura, tu trasero, tu cintura. Sobre tus labios y tu voz suave. Entierra su rostro entre sus manos, tratando desesperadamente de ignorar el palpitar de su pene.
Pero no puede. Se abre débilmente los pantalones, tirando hacia abajo de sus bóxers, antes de liberar su polla. Superficialmente, comienza a complacerse a sí mismo, su mano moviéndose hacia arriba y hacia abajo por su longitud. Una gota de líquido preseminal brota de su punta, facilitando el deslizamiento de su movimiento.
Mira su mano, imaginando que es la tuya envuelta con tanta fuerza alrededor de él. Un suspiro bajo cae de sus labios antes de que aumente el ritmo. Su respiración se vuelve más pesada, su pecho se eleva con sus apresurados jadeos.
No te escucha, ni la puerta abriéndose, ni tus pasos, él es capaz de distinguirlos de todos sus otros clientes.
Te acercas a él desprevenido, de espaldas a ti.
“Oye, lo siento, olvidé mi teléfono”, dices.
Osamu se estremece. Mierda. Esto no puede ser cierto. Está congelado en estado de shock, observando impotente cómo cambia tu expresión en cámara lenta. Estás parado junto a él ahora, atrapándolo con las manos en la masa, su mano todavía envuelta alrededor de su pene. Tus ojos van de su pene a sus ojos.
