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Yoongi despertó con la certeza de que no estaba solo en la pequeña recámara que le habían dado para dormir, su nuca se erizó y cuidadosamente abrió un ojo para ver a Jeon JeongGuk de pie en el dintel de la puerta. La luz del sol se asomaba por la ventana, abriendo una brecha en las pieles. La iluminación de alguna manera lo hizo más siniestro que si estuviera envuelto en tinieblas.

En la claridad, se podía apreciar lo grande que era. Creaba un amenazante retrato, enmarcado por el umbral por el que apenas podía pasar.—Perdón por la intrusión, —dijo JeongGuk con voz ronca—. Estaba tratandode localizar a mi hijo.

Fue entonces, mientras seguía con la mirada al bulto junto a él, que se dio cuenta de que YeonJun se había metido en su cama durante la noche. Estaba acurrucado firmemente a su lado, las mantas apretadas alrededor de su cuello.—Lo siento. No me di cuenta... —comenzó.—Ya que yo mismo lo metí en mi cama al anochecer, estoy seguro de que no te diste cuenta, —dijo secamente—. Es evidente que él hizo el movimientodurante la noche.

Yoongi comenzó a moverse, pero JeongGuk levantó una mano.—No, no lo despiertes. Estoy seguro de que ambos necesitan su descanso. Haré que Sana mantenga caliente la comida de la mañana para ti.

—G-Gracias.

Se lo quedó mirando fijamente, inseguro de qué hacer con su bondad repentina. Ayer él había sido tan feroz, su ceño habría bastado como para hacer saltar a un hombre fuera de sus botas. Después de una breve inclinación de cabeza, se retiró de la habitación y cerró la puerta detrás de él. Yoongi frunció el ceño. No confiaba en tal cambio de actitud.

Entonces bajó la mirada hacia el niño durmiendo a su lado, y su gesto se atenuó. Suavemente,le tocó el pelo, maravillándose de la forma en que los suaves rizos enmarcaban su rostro. Con el tiempo, serían tan largos como los de su padre.

Quizá el laird se había calmado tras el retorno seguro de su hijo. Tal vez además se sintiese agradecido y se arrepentía de su aspereza.La esperanza creció en su pecho. Él podría estar más dispuesto a darle una montura y suministros. No tenía ni idea de adónde huir, pero dado que Kim Namjoon parecía ser enemigo jurado de Jeon JeongGuk, no sería una buena idea quedarse allí.

La tristeza sacudió su corazón y apretó a YeonJun más cerca de él. Le abadía que había sido su casa durante tanto tiempo, y la presencia reconfortante de las hermanas, ya no eran una opción. Estaba sin hogar y sin refugio seguro. Cerrando los ojos, susurró una ferviente oración por la misericordia y protección de Dios. Sin duda, Él proveería para él en su hora de necesidad.

Cuando volvió a despertar, YeonJun se había ido de su lecho. Se estiró y flexionó los dedos de sus pies e inmediatamente después hizo una mueca cuando el dolor serpenteó a través de su cuerpo. Incluso un baño caliente y una cama cómoda, no lo habían librado totalmente de su fatiga. Sin embargo, ya se podía mover considerablemente mejor que el día anterior, y estaba sin duda lo suficientemente bien como para sentarse a caballo por su cuenta.

Arrojando las pieles, apoyó los pies en el suelo de piedra y se estremeció ante el frío. Se levantó y se acercó a la ventana para echar hacia atrás la cortina permitiendo que la luz del sol entrara. Los rayos se deslizaron sobre él como ámbar líquido. Cerró sus ojos y volvió la cara hacia el sol, con impaciencia por absorber el calor.Era un día hermoso, como sólo un día de primavera en las tierras altas podría ser. Miró por encima las laderas, cubiertas de luz sintiendo la alegría de ver su hogar por primera vez en muchos largos años.

En verdad, había habido días en los que había perdido la esperanza devolver a ver el cielo otra vez. Ilhuicatl. Cielo hermoso. Un día el contemplaría su legado –el legado de su hijo. La única parte de su padre que alguna vez podría tener. Cerró los dedos en puños apretados.—No fallaré, —susurró.

loving us  ; kookgi +18Donde viven las historias. Descúbrelo ahora