Capítulo 3: Lo que tu voz interior puede causar

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-¡Eres una pobre imbécil!

Heather Chandler gritaba e insultaba, el viento mecía sus rizos mientras conducía, eso de reprenderla mientras iban de regreso se estaba volviendo una costumbre desagradable que al parecer Chandler amaba, e ignoraba el hecho de que podría chocar en cualquier momento, sus manos se cernían al volante con fuerza y la velocidad era notoriamente más alta que en los días normales.

-Esto que hiciste es el colmo Sawyer, esto nos afecta a todas, solamente porque la niña es una santurrona

Le dirigió una mirada asesina a Verónica sin siquiera observar el perro dálmata de cualquier dueño irresponsable que casi atropella en el camino, las otras dos solamente iban calladas en los asientos traseros de aquel Porshe rojo.

Verónica mantenía la cabeza agachada y las lágrimas estaban por salir de sus ojos, sus oídos parecían haberse tapado, o bueno, esa era su impresión, en realidad, los gritos de Heather eran ahogados por el viento.

-¡¿Por qué simplemente no puedes actuar normal Verónica?!

-Y por qué tú no puedes dejar de ser una perra sin sentimientos...

El auto bajó la velocidad de repente.

"Estás jodida Verónica, muy jodida"

Pensó para sí misma, había hecho mal en decir eso en voz alta.

Los ojos de Heather se oscurecieron, sus cabellos se aplacaron gracias a que el auto bajó su velocidad, su semblante estaba tranquilo, pero las manos en el volante y la palanca de cambios denotaban lo contrario, Verónica se cubrió la cara con las manos, antes de levantar el rostro de nuevo:

-Detén el auto- hizo una pequeña seña- Heather detén... el maldito auto- lo último lo dijo casi entre dientes.

-¡Detén el maldito auto Chandler!- dio un fuete golpe al tablero.

"Basta, no tengo que soportar esto"

Fue su voz interior quien sin pensar gritó esas palabras a los cuatro vientos, su voz interior la que le puso un alto a la abeja reina de Westerburg.

Verónica no percibía la sonrisa de lado de Duke ni la cara atemorizada de McNamara ante su reciente grito y el golpe que resonó, el auto frenó de golpe ante eso, haciendo que las pasajeras se desplazaran ligeramente hacia adelante sin la intención de haberlo hecho.

-Bájate- esas palabras resonaron en los oídos de Verónica, si no la conociera diría que había decidido dejar el asunto por la paz, pero no, esa era Heather Chandler, y las cosas no saldrían bien a la manera de Heather Chandler.

Heather la miró a los ojos: -Anda bájate, si eso es lo que quieres- dijo en un falso tono calmado- pero presta atención, si te bajas ahora te bajas de este barco- la miró con ¿satisfacción? ¿enfado?- Olvídate de todo esto, vives el sueño o mueres sola, me obedeces, o tú y tu estúpido trasero se van de aquí, ¿bien?

Las cosas se pusieron difíciles, el cerebro de la castaña iba a mil por hora, sentía su corazón palpitar, eso le había hecho hacerse un cuestionamiento muy tonto:

"¿Mi dignidad o la popularidad?" "¿Vale la pena volver al nivel más bajo?"

Aunque nunca había visto venir esta situación sólo le quedaba una cosa que hacer.

Y eso era contar los días y mantener la respiración... pronto se graduarían.

Con un suspiro pesado y lágrimas queriendo formarse en los ojos soltó la manija de la puerta que previamente había agarrado, su mirada seria y apagada se dirigió a Chandler, cambiando por una de cierto odio disfrazado, la de rojo sólo la miró y con una sonrisa burlona dijo:

HeatherDonde viven las historias. Descúbrelo ahora