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A la hora del almuerzo, Marito la llevó a conocer el comedor, se iban riendo mientras elegían que comer y en eso, una voz captó la atención de los dos.

— ¡Marito! ¿Qué haces? — la voz con una tonada particular los hizo voltear la cabeza, se trataba de Aimar, pero para ese entonces Camila no lo conocía. Ella pudo divisar con el rabillo del ojo que había alguien al lado del cordobés y al mirar mejor, se percató que era el soberbio que ni la registró cuando le acercó la campera — A ella no la tengo ¿Nueva compañera?

— Si, recién arrancó hoy y me va a ayudar en el depósito. Te la presento — el utilero le hizo un ademán con la cabeza para que la morocha hablara.

— Camila, un gusto — dijo tendiéndole la mano que fue aceptada por el castaño

— Pablo Aimar —dijo con efusividad— Mira gringo, tenemos una nueva compañera, va, de Marito pero es como si fuera nuestra ¿no? Vení así se presentan.

En ese segundo la mente de ella solo repetía "Ay no, otra vez no ¿Qué hago? ¿Hago como que no lo conozco?" Al final se decidió por utilizar la verdad.

— Lo conocí esta mañana cuando le acerqué la campera — se acercaron y cayó en la cuenta de que él era mucho más alto que ella. También captó que tenía una expresión de concentración, como queriendo hacer memoria del encuentro.

— Cierto, perdona que no estaba muy comunicativo, estaba a mil. Lionel, encantado — ella lo saludó con una amplia sonrisa, él se percató de los hoyuelos que tenía y de sus paletas levemente separadas por una fina línea.

Se sentaron a almorzar todos juntos en una mesa, eran pocos porque Marito le explicó que los jugadores llegaban la semana que viene.

Camila se sentía un poco fuera de lugar ya que ellos hablaban temas que desconocía, notó que al parecer se conocían de hace años. Quien la hizo participar un poco fue Pablo  preguntándole sobre su vida, las típicas preguntas de la edad, estudios, familia, etc. A pesar de ser los primeros días de la primavera, todavía habían días fríos, cómo aquel día, pero en ese momento ella se sentía acalorada, estaba nerviosa. Más bien, se sentía intimidada bajo la atenta mirada de Lionel que escuchaba todas sus respuestas mientras el resto comían. No era que los otros no le prestarán atención pero el único causante de su estado era él y no entendía por qué.

Tiempo después, ya habían terminado y tuvieron un descanso. Camila aprovechó para comunicarse con su familia, contarles como le estaba yendo en su primer día y para preguntar si estaban bien.

Caminaba en círculos mientras hablaba y cuando fue a dar un paso hacia atrás, chocó contra algo duro que se quejó y de repente sintió dos manos sosteniéndola. Al voltearse, se trataba de Lionel.

— Discúlpame — dijeron los dos al mismo tiempo a lo que ella reaccionó con una leve risa.

— No te pisé ¿No? — preguntó mirando las zapatillas turquesa que él usaba.

— No, creo que no y si lo hiciste no sentí nada, iba tan envalentonado que no te vi... Estos días están siendo un poco difíciles.

Camila asintió por cortesía, realmente quería saber lo que pasaba, qué era lo que le preocupaba de tal manera que parecía tenerlo en otro planeta.

— ¿Por qué? Sé que no lo conozco mucho pero tal vez, hablando de sentiría mejor — devuelta el calor se apoderó de su cuerpo, sentía que se había tirado a la pileta al preguntarle porque recién se conocían. Medio que se arrepintió pero ya estaba dicho. 

Por su parte, él se alegró que alguien le preguntara lo que pasaba después de mucho tiempo. Todo era trabajo, presión y críticas, pretender que no le afectaba y mostrarse seguro. Como a veces la situación se hacía tan agobiante, esta pregunta llegó como una brisa fresca para hacer catarsis. Sin embargo, él decidió no llenarla de la mala onda de todo lo que rodeaba su situación.

— Cosas del trabajo, nada muy importante — ella comprendió y al segundo su expresión cambió a una de sorpresa.

— Me había olvidado que estaba hablando con mi familia.

No pasó desapercibido por los ojos de Lionel como ella se había sonrojado ante la situación, le pareció tierna. Sacudió la cabeza levemente como si con ese movimiento pudiera sacudir el pensamiento que su mente traicionera lanzó como si nada.

— Ya habían cortado la llamada — dijo trayéndolo de vuelta.

— Bueno, yo ya me tendría que ir. Gracias por la campera

— De nada y ya sabe, cualquier cosa que necesite nos pega el llamado a Marito o a mí.

— Hablando de eso, no tengo tu número. ¿Me lo pasarías? Así no vuelvo loco tanto al otro

— Ah, entonces me va a volver loca a mí... Si es así entonces no

Esa fue la primera vez que lo escuchó reírse y Camila no se dió cuenta, pero a partir de ese momento, sintió que trataría de decir y hacer lo posible para hacerlo reír más seguido.

El encuentro finalizó al irse cada uno por su lado. Cuando llegó a la oficina el utilero de dijo que no había nada más que hacer y que ya se podía retirar. Le advirtió que por ser su primer día se podía ir más temprano pero después ya no iba a ser posible.

Mientras iba en el colectivo con auriculares puestos escuchando música vió que había quedado una notificación, era el ícono de WhatsApp, pensando que era un mensaje nuevo, se fijó. Era la respuesta de Lionel a su mensaje cuando se agendaron. No le había prestado atención pero notó que tenía foto de perfil. Era él y dos chiquitos, uno muy parecido a él, "Tiene hijos" pensó. Él se veía muy sonriente en lo que parecía ser una cancha de fútbol vacía. Camila se quedó un rato largo mirando la foto, hasta que se dió cuenta que se tenía que bajar porque se pasó una parada.

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Solamente Pasó (Lionel Scaloni)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora