Camila había transcurrido su primer semana en la AFA de manera tranquila, todo lo contrario a lo que estaba siendo la segunda. Todo estaba revolucionado, los empleados trataban de hacer su trabajo lo mejor posible para recibir a los jugadores que comenzaban su entrenamiento pero se hacía difícil porque muchos de los sponsors se habían bajado, retirando su apoyo tras la situación que la selección estaba atravesando. Ella comenzó a entender el estado de ánimo de Scaloni. Nadie confiaba en ellos y por lo que había visto por la tele, en esas veces que su papá la dejaba encendida, era lo mal que hablaban los periodistas de él.
Lo criticaban como si lo conocieran y eso a Camila le molestaba, no era como si ella lo conociera tanto pero siempre que se lo cruzaba estaba a mil con reuniones, papeles, todo para sacar al flote esta embarcación que parecía hundirse. No le habían dado ni una oportunidad para demostrar lo que podía hacer que ya le tiraban palos a más no poder.
Camila el poco tiempo que estaba ahí podía reconocer que no estaban pasando por el mejor de los tiempos, pero eso no significaba que las cosas no podían mejorar.
— Marito, tenés una bombilla para el mate porque la mi...— como si lo hubiera llamado con el pensamiento, el morocho entró como un vendaval sorprendiéndola de tal forma que casi se cayó de la escalera. Estaba subida para acomodar los pantalones que iban en el estante más alto, porque por cuenta propia no podía llegar.— Uy Camila tremendo julepe te pegué.
Ella soltó una carcajada darse cuenta de la situación, ella aferrada cual garrapata al esqueleto de metal de la estantería y Lionel con cara de sorpresa acompañado del termo y mate que llevaba en sus manos.
— Tenés que aprender a bajar los desniveles Scaloni, vas a tomar un mate no a reunirte con los dirigentes de la AFA. — le dijo mientras se ponía en una retomaba la compostura. El asentía con la cabeza y le alcanzó el pantalón embolsado que ella revoleó hacía unos segundos.
Cuando agarró el paquete sus dedos se rozaron levemente pero ambos hicieron como si nada. Para ser la primera vez que su cuerpo sentía una corriente eléctrica pero placentera, Camila disimuló bastante bien. Aún que si hubiera sabido que del otro lado sintió algo parecido, ahí no habría sido tan sencillo de pasar por alto.
Volviendo a lo que realmente pasó, la morocha bajó de las escaleras plegables y se acercó hasta el almacén ubicado en el medio del depósito, ahí encontró lo que buscaba, bueno, más bien un amplio stock de bombillas.
— Gracias y discúlpame de vuelta — le dijo mientras recibía el objeto.
— No pasa nada, déjalo. ¿Querés galletitas? Tenemos pepas, Don Satur salado, dulce...
— Dale, ¿Te moleste que me quede? El paya anda haciendo un trámite por el predio y como veo que estás muy ocupada unos mates te van a dar energía para hacer todo.
Ella se puso de pie, con un paquete de pepas de membrillo en la mano y una leve sonrisa. "Que vueltero que es" pensó.
— Quédate, no hay drama, pero vos buscas el agua caliente para el termo.
Lionel se quedó una hora reloj haciéndole compañía, una hora que pasó volando. Hablaron de cosas del trabajo y cosas triviales como música. De a poco se iban conociendo, pero ella no sabía por qué pero él muchos datos de su vida no daba. Tampoco era activo en las redes sociales, sin embargo, no lo iba a forzar, se convenció que todo tenía que fluir de manera natural y con el pasar del tiempo. Lo que más lo delataba en su personalidad eran sus micro expresiones más que sus palabras, y lo mejor de todo que ni él se daba cuenta de eso.
Cuando Scaloni salió del depósito con ambas manos ocupadas, al llegar a su oficina se encontró con su compañero, Aimar, el cual en una mano tenía el celular de él.
— ¿Dónde te habías metido? Hace rato había terminado el trámite, Tapia quiere hablar con nosotros y yo llamándote como dobolu y vos habías dejado el celular acá.
— Me lo olvidé cuando fui a buscar una bombilla, estaba tomando mate con Camila.
Pablo levantó una ceja pero su amigo no se percató de eso por estar acomodando el termo y el mato. "Raro, pero interesante" se dijo y continuación lo iba a molestar con un comentario pero se retractó.
— Vamos — le dijo Scaloni guardando el celular en uno de los bolsillos y saliendo de la oficina primero.
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Solamente Pasó (Lionel Scaloni)
De TodoLa vida los lleva a conocerse en el trabajo. Ambos se prometen no sentir nada el uno por el otro. El tiempo les demuestra lo equivocados que estaban.