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La selección mayor ya se encontraba en la Argentina, hoy se presentaban al predio. Pero, para la mala suerte de Camila, estaba llegando tarde. Estaba muy nerviosa y no paraba de putear mentalmente a los tres colectivos que no pararon porque venían llenos de gente. "Justo hoy que tenía que estar a horario, justo hoy. Nunca llego tarde y hoy que es un día importante..." Reprochaba en sus pensamientos mientras que, al mismo tiempo, le mandaba un mensaje a Marito explicándole la situación y que estaba por llegar.

Ingresó al predio con paso acelerado, tratando de ignorar el comentario que le hizo el guardia cuando pasó por el puesto posta mostrarle su credencial. Sabía que estaba atrasada, no era necesario hacerle recordar.

Con los empleados que se cruzó iban igual o peor que ella, cómo se notaba que hoy llegaban a entrenar ellos.

Marito la recibió y le aseguró que no había problema pero que se pusiera con todas las listas a la mano porque en cualquier momento tendrían que hacer entrega de los equipos a los jugadores. Tenían que llevar las bolsas con las prendas y acomodarlas en el vestuario para que cuando llegaran, tener todo a disposición.

- Vos Manu llevá lo más pesado, que son los abrigos, Cami y yo el resto - Manu era un ayudante recién incorporado, no hablaba mucho pero por el poco tiempo que estaba, hacía su trabajo muy bien.

- Menos mal que no están muy lejos los vestuarios - respondió la morocha a lo que ellos asintieron.

Acomodaron todo más rápido de lo que esperaban. Todo había quedado como planearon y miraban satisfechos con el resultado. Cada cabina con la remera del respectivo jugador colgada perfectamente. Pero, al fijarse mejor, Camila se percató UE faltaban las canillas, si bien la mayoría traía sus canillas personalizadas, eran necesario que les dieran un par extra de refuerzo, por si acaso lo necesitaban.

- Faltan las canillas - dijo en voz alta.

- Por acá no las veo - respondió Manu mirando para todos lados.

- ¡Uy esa fue la bolsa que dejé afuera, me olvidé! - el señor canoso se llevó una mano a la cabeza.

- Yo la traigo, estoy más cerca.

Al salir y agarrar lo que su compañero se había olvidado con concentración, no vió que Lionel venía en su dirección.

— Ey Cami, dame que te ayudo se ve pesada — dijo captando al fin la atención de ella.

— No no dejá, gracias.

El decidió hacerle caso no si antes negar con la cabeza riendo. Ambos atravesaron la puerta, primero ella seguida de él.

— Lio mira, está todo listo, faltan dejar un par de canilleras para cada uno pero eso se hace en dos patadas — lo recibió Marito.

— Buenísimo, cuando estén listos salimos a recibirlos, los venía a buscar a ustedes. Los utileros también son parte fundamental para esta selección, cómo lo somos nosotros, los médicos, cocineros, quienes limpian, todos.

Camila, que acomodaba las cosas junto con Manu se quedó inmóvil un segundo al escucharlo y sonrió. Todos son importantes, comprendió si mensaje, así como también comprendió la humildad nata con la que él contaba.

— Bueno, estamos afuera — volvió a hablar Scaloni antes de irse.

Pocos minutos después, con todo listo y acomodado, los tres utileros se dirigieron hacia el predio que Lionel los había convocado. Allí, se encontraron con la mayor parte del personal listos para recibir a la selección mayor. Quienes tomaron la delantera de la formación claramente fueron el presidente de la AFA y el director técnico.

Camila si bien no estaba muy pendiente del fútbol y desconocía la mayoría de las reglas, tácticas y otras cosas, eso no quitaba la emoción que tenía de conocer a jugadores como Messi, Di Maria y el Kun, por nombrar a algunos. Así fue, los vió pasar uno a uno a la vez que saludaban con un apretón de manos Tapia y Scaloni.

Fue rápida la introducción y cada uno volvió a sus tareas. Ahora tocaba llevar las heladeras llenas de agua y bebida energizante hacia el predio donde estarían entrenando. Manu y Marito llevaron las dos porque eran pesadas y Camila llevaba la lista para saber que cantidad era consumida por cada entrenamiento para saber si precisaban más o debían traer menos.

Los días frescos seguían y este no era la excepción. La campera que la morocha tenía puesta no estaba haciendo mucho.

— ¿Tiene frío Donaire? — lo miró mientras seguía frotándose las manos — Puede entrar al precalentar y seguro que se le pasa.

— Si seguro ja ja —le dijo sarcástica al notar que le estaba haciendo un chiste. Él solo reía por cómo le había cambiado la expresión ante su propuesta—  Paso, tengo que trabajar. Ah y otra cosita¿Cómo sabes mi apellido? — le dijo con el ceño fruncido.

— Porque están todos nuestros nombres en las listas del personal. Además Marito también comentó sobre vos

Le respondió para después irse junto con Pablo, estaba finalizando el precalentamiento.

— Cami, vamos al depósito. Dentro de unos minutos volvemos a ver si hay que traer más bebidas.

Asintió con su cabeza caminar detrás de él.

Pablo quien caminaba alrededor de la cancha se percató que su amigo estaba más alegre de lo habitual. Sabía por qué y esta vez no lo dejaría pasar por alto, así que también sonrió.

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Solamente Pasó (Lionel Scaloni)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora