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De tanto escucharte decir lo que necesitas que sea, ya no sé quién soy. Me elevas a alturas impensables, para después dejarme caer en picada. Mi atropellado descenso es tu felicidad. Entre tormentosas lágrimas internas solo escucho tu risa. Esa risa que me eriza y que conviertes en mohín afectado a conveniencia. Insultos, llanto, súplicas, enajenación, gritos, caricias, perdón, renacimiento y ruptura. Es un ciclo que repites a tu antojo y en el que muero a diario. Quise entenderte y desprenderme de ti. Ya solo quiero alejarme. Lejanía es el próximo y primer paso a mi nueva vida. Lejanía... Te extrañaré, te pensaré, te quiero, pero me tengo que querer más. Adiós.

Poemas de ninguna parteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora