1. Decisiones

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Desde un principio, el día de los enamorados no era una fecha que fuese una prioridad para Genya Himejima.

Cuando era un niño, se le consideraba mucho más aburrido, es decir, por supuesto, el amor de pareja no era una cosa para una mente infantil, no si no venía con material para su propio beneficio, por lo que arreglos florales y cartas decoradas con brillantina, definitivamente tampoco eran algo que quisiera en lo absoluto. De hecho, ni siquiera tenía la idea de que el 14 de Febrero era una fecha para celebrar.

Ahora siendo un adolescente, la cosa no cambiaba mucho, salvo si las razones del porqué a Genya simplemente le va y le viene, ya eran un poco más diferentes que cuando antes.

Es más, ahora podía decirse que lo detestaba, solo un poco. Peor sería tanto.

Aún e incluso ahora sus hormonas adolescentes han estado presente en cierto tiempo, pero bueno, no servía mucho cuando su timidez le hacía una mala jugada en la cual expresarse con claridad, específicamente cuando se trataba de chicas en su entorno.

Sin embargo, fuera de todo ese pequeño detalle, también había llegado a tener a alguien en específico, quien ocupaba su cabeza las 24 horas de la semana, y que probablemente hacía mucho más sencillo ponerse un poco en el lugar de toda la gente ansiosa por el día de los enamorados.

Alguien quien lo hacía comportarse como el simple colegial enamorado que era.

Sanemi Shinazugawa, el causante de todo.

El monstruoso profesor de matemáticas de su instituto. Un hombre que se toma bastante en serio la materia que imparte, por lo que no tiene piedad contigo si de errores se trata. No permitía segundas oportunidades, por lo menos no para evitar las clases extras en verano. Si en la primera te jodiste, pues te jodiste. 

Para muchos era un hombre sin corazón, pero para Genya, era más que eso, realmente.

Podía decir que incluso lo conocía mucho antes de la escuela, desde que él y Gyomei, su tutor, se habían mudado a un apartamento en la ciudad de Tokio, cuando Genya tenía tan solo 5 años. Siendo bien recibidos por la familia Shinazugawa, que fueron sus vecinos por un tiempo, y los cuales les ayudaron mucho para adaptarse a su nuevo hogar de ese entonces. 

He ahí como Genya y Sanemi se cruzaron, este último teniendo 10 años, no le fue impedimento relacionarse mucho con el menor; fue el primer amigo que Genya había tenido en su vida, y también la única referencia de un hermano mayor. Su amabilidad y atención, así como la protección, entre otras cualidades agraciadas que el niño de cabellos blancos le brindaba incondicionalmente, fueron lo que hicieron para que el pequeño Himejima le tomara un gran apego emocional, que ni con las perspectivas erróneas de los demás sobre la persona de su Nemi, desharía en lo absoluto. 

Para su… posible desgracia, el amor que pretendía ser sólo hasta ese punto bajo, había evolucionado, precisamente cuando estaba entrando a la etapa de la pubertad, ese sentimiento amoroso que le costó asimilar hasta que ingresó a preparatoria.

Genya había desarrollado sentimientos amorosos por Sanemi, y a decir verdad, era un problema en totalidad, ¿por qué, de todas las personas, tenía que ser con quién tenía más como una fraternidad? 

¿Eso se podría considerar incesto indirecto? Genya se sentía peor de tan solo pensarlo así.

Y por más que quiso retirar ese enamoramiento, no lo logró. Menos cuando tenía a Sanemi en casi la mayoría del tiempo, frente suyo, restregando su aura dominante y agresiva, con una voz que con una simple palabra, ya te tenía; y bien, Genya sabía que era para precisamente eso, tener la atención de todos para que no perdieran ni un detalle sobre sus clases problemáticas, pero demonios, no podía evitar pensar en otras cosas, en qué otras formas podía aquel hombre tenerlo a su merced-

Oportunidad de color rosa [SaneGen]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora