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-Sueño Raro-

-Debes ayudarlos. Tienes que detenerlo -exclamaba la voz.
-A quien? Quien eres?
-No hay tiempo!! -exclama- tienes que venir, tienes que ayudarlos. Ayudarme!
-No se quien creas que soy, ni siquiera te conozco.
-No importa quien soy -su voz sonaba desesperada- lo único que importa es que los salves. Quieren usarme para hacerles daño, todavía no es demasiado tarde!.

Usarlo? Quien quiere usarlo para hacerle daño a otro alguien? Parecía que mis preguntas no iban a tener respuesta alguna porque antes de que pueda siquiera modularlas en voz alta un dolor de cabeza me abordo con fuerza haciéndome retorcer y empezando a pasar imágenes en cámara rápida: una cabaña que daba repelús, un bosque, unos pies descalzos, y una mano tocando una sombra. Además de esas raras imágenes, la voz del chico misterioso de fondo a lo lejos y después de eso...oscuridad.

...

La noche era la protagonista en el cielo, las estrellas sus brillantes acompañantes, pero quien realmente se llevaba el protagonismo era la luna. Grande, brillante y acuosa, como si quisiese soltarse a llorar, como si supiese que algo había ocurrido en algún lejano lugar.

Pasadas las diez mostraba el reloj de la habitación de una chica que sin poder dormir se dedicaba a dibujar a la luna olvidándose de aquella pesadilla que la había despertado hace rato, y tanto la había asustado que no quería cerrar los ojos ahora. De la nada se le vino a la cabeza las siluetas de algunas personas volando por el cielo nocturno, como si fueran pequeñas aves libres, lindas libélulas danzando en el cielo; aquella imagen le parecía a una escena de un libro que hace tiempo había leído con su mejor amiga. Así que a sabiendas de que esa imagen no se iría de su cabeza se puso a dibujarla.

El dibujo iba en perspectiva, desde una figura más notoria que llevaba la batuta de aquella fila, hasta unas más pequeñas que le daban fin. Como todo transcurría en medio del cielo nocturno ni se molesto en imaginar los colores de las siluetas, solo las pinto de negro con sus respectivas sombras y luces.
Mirando de reojo a su mesa de noche diviso un marco de fotos enmarcando una de hace algunos años, en los que se encontraban cuatro personas: dos niñas sosteniendo en sus brazos a dos pequeños que no pasaban los tres años, sonrientes ante la cámara. Esos niños eran Wendy: su mejor amiga, sus pequeños hermanos Michael y John. Y ella misma.

Dejando de lado los dibujos tomo entre sus manos el marco y miro con una sonrisa nostálgica en su cara la imagen que este le daba, hacia un año que no veía a su mejor amiga, sus padres habían decidido mudarse de Londres intentando olvidar todo lo que sucedió allí; sus pequeños hijos y hermanos desaparecieron de la noche a la mañana, habían desaparecido de sus camas, sus ventanas estaban abiertas y sus habitaciones vacías.

-Que será de ti Wendy? -se preguntaba la chica mirando a su amiga en la foto- Estarás mejor ahora, lejos de este lugar? Te acordaras de mi siquiera?

Viendo una de las esquinas de la foto acaricio un pequeño papelito que allí estaba pegado, era un mensaje que Wendy le había dado antes de irse.
Siempre Juntas》 decía el papel.

Luego saco las cartas que se habían enviado, las leyó como cada vez que extrañaba a su amiga, pensó que quizá cuando llegaran las vacaciones podría ir a visitar a Wendy con su familia y poder pasar tiempo juntas.

Dejando en su lugar la foto tomo sus materiales de dibujo poniéndolos en una pequeña bolsa y tomando un abrigo, ya que afuera se notaba el helado viento, tomo una vela para alumbrar en la oscuridad y salió de su habitación para dirigirse a la puerta que conectaba con su patio; patio que tenia una bonita cabañita para que ella pasara dentro cuanto quisiera. Abriendo la puerta trasera la luna fue la que ilumino su camino ahora.
La luna desde su punto de vista se veía mas que hermosa, pero de pronto algo paso por delante de ella y la asusto; le pareció ver algo pasando por delante del resplandor de la luna, y estaba más que segura que no era algún meteorito, ni una estrella fugaz, ni un bonito pajarito porque estos últimos no eran amantes de los vuelos nocturnos.

-Debe ser el sueño que esta empezando a bajar- dijo sobando sus ojos y encaminándose a su cabañita para acostarse y dormir olvidándose de lo que "supuestamente" vio en el cielo.

Refugiándose en esa cabañita dejo todo lo que pudiera asustarla de lado, olvidando que no todos nuestros miedos y cosas peligrosas, se quedan afuera de nuestros lugares seguros, algunos logran llegar hasta nosotros siendo muy cautelosos.
Como aquella sombra que la chica vio pasar, que desde una de las esquinas de la casita miraba fijamente a la chica; no sabia con exactitud que hacia allí viéndola, pero algo en su interior le decía que tenia que mantenerle un ojo encima, que tal vez seria peligrosa.

Que tal vez sus planes se verían amenazados.

Los Niños Perdidos Han VueltoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora