TRAGOS AMARGOS

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Y ahí estaba sólo, recibiendo las miradas de aquellas personas que nunca lo apoyaron, sus amigos, el desprecio por aquella traición que se había atrevido cometer.

Murmullos por todos lados llenaban la plaza y llegaban hasta sus oídos como dagas, ese no es mi alcalde, la muchedumbre lanzaba basura, el más cruel de todos se atrevió y  lanzó un tomate directo a su pálido rostro, se sentía mareado, insultos llegaron a oírse entre la multitud.

Todo lo hacía por él


Y lo aguantó todo, cada palabra las recibió sin reaccionar, lo merecía y estaba dispuesto a ser pintado como el mayor villano y dictador de la historia de Karmaland si con eso salvaba a su patito, sería peor que Lolito, llevaría el manto de traidor el resto de su vida sólo si así salvaba a Quackity.

No quiso verlo, sabía que si voltea a verlo no podría aguantar el desprecio en su mirada marrón, pero de algo estaba feliz. Absolutamente todos apoyaron a Quackity en ese momento donde más lo necesitaba el menor, desde su preciado amigo Vegetta hasta  Mangel que apenas aparecía por el pueblo estaban del lado de su patito, no estaría sólo, ya no más.

— adaptaremos las urnas para que haya una más —  ...  — para el nuevo candidato, Luzu — y de entre todos los presentes, Sapo Peta fue quien sin importar la situación se mantuvo sereno, la fiesta debía continuar.

No pensó en eso, siempre pensó en ese señor como su enemigo por arrebatarle a Quackity  pero ahora Sapo Peta se llevaba a los Karmalienses a las urnas, detuvo con éxito aquel alboroto causado por su irrupción en aquellas tan esperadas elecciones.

Se quedó mirando a cada persona irse, hasta que escucho unos pasos acercarse.

— Luzu ven tantito, ven tantito Luzu — la voz temblorosa de Quackity llamo su atención, aún no estaba preparado para enfrentarse a su patito.

— lo siento Quackity, pero ahora mismo no puedo hablar contigo — no quería hacerlo, si tan sólo los dioses le dieran un poco más de tiempo, pero tenía que aceptar las consecuencias de lo que hizo y de lo que estaba por hacer, no podía huir.

— nomas, nomas es un segundo, es un segundo nomas... te tengo que entregar algo — y aceptó, siguió a su amigo lejos de aquel lugar donde inicio todo, donde termino todo.

— escucha — y su voz, ahora su voz pareció cambiar — ¡TU ESTÁS BIEN PINCHE PENDEJO! ¿VERDAD? !TÚ NO PIENSAS CABRON! — se sentía tan diferente, porque todo el cariño y respeto que alguna vez Quackity le tuvo se había perdido, su querido pato se lanzó sobre el dándole golpes, uno tras otro lanzó cada puñetazo sobre él y no hizo nada para defenderse, se lo merecía — nunca te lo voy a perdonar hijo de tu puta madre —

Y lo vio irse, no tuvo el valor de detenerlo luego de haber roto su confianza.

Todo lo hizo por el, su patito se alejaba mientras que él aún en el suelo se arrastra hasta un muro, dolía tanto, ya no había marcha atrás.








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