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En la casa de Taehyung no había nada fuera de lo normal. Unos padres ausentes y un cuarto desordenado.

Asistía a la universidad de manera online. De esta manera no se cruzaban los tiempos con los de su trabajo.

Aun así era pesado llevar un ritmo de vida como el que tenía. Su padre era dueño de los tres principales hoteles de la ciudad y él como su único hijo, había sido llevado a trabajar como botón en uno de esos hoteles para, según su padre, familiarizarse con todas las áreas del hotel, y de esa manera cuando llegue el momento de tomar su puesto, estar listo. Así que cuando terminaban sus clases por la mañana, a parte de hacerse de comer todos los días y dejar mas o menos limpia la casa, tenía que ir a trabajar.

No recordaba cuando fue la última vez que durmió seguido por lo menos sus 8 horas. De milagro eran cinco. Todo era una tortura.

Ni que decir cuando a su vida se metió Jungkook. Ese hombre en verdad no se cansaba de llamarlo.

Taehyung era ingenuo por desgracia, pero tampoco era tan tonto. Cuando Jungkook parecía no entender que el necesitaba descansar, se enojaba con él y lo dejaba en abstinencia.

Era el único poder que tenía sobre el pelinegro.

Cuando se quedaba junto a él, llegaba a su casa por la mañana, adolorido.

Había pasado una semana completa sin que el mayor tomara su cuerpo y fue lo ideal porque esa semana había sido pesada debido a la temporada de examenes. La universidad en momentos como esos era súper estresante.

¿Entonces qué es lo que hace Taehyung para relajarse? En realidad, no hacía mucho porque no existía tiempo para eso. Simplemente preferiría dormir por el resto de su vida. Pero si de verdad pudiera hacerlo, le encantaría tener una vida más social, pasear en bicicleta y tomar café por las mañanas en alguna cafetería.

Si tan solo pudiera.

Se quedaría en eso, en un "si pudiera".

Debes preparar eso que me hace adicto, ¿está bien?»", recordó lo que le dijo Jungkook.

—Parece que solo piensa en sexo. —se quejó.

Pero ahí estaba nuevamente, obedeciendo. Era sábado por la noche, el sol se había metido hace poco, al igual que el dildo dentro de él. Estaba con el culo alzado sobre su cama, metiendo aquel juguete con fervor. Estirándose y preparándose para Jungkook, como sabía que le gustaba.

Taehyung era muy obediente, un buen chico. Esperaba que algún día Jungkook le hiciera mirar las estrellas de otra manera.

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Para Jungkook sus días favoritos eran los fines de semana, porque desde que llegó a esa ciudad y se hospedó en aquel hotel, solo era capaz de mirar a una sola persona por esos días.

Incluso cuando por fin lo tuvo, no hubo ni un solo día en el que su mente no lo recordara.

Ojos negros tan vivos, pelo color chocolate y una piel tan suave y acanelada; era su adicción. Kim Taehyung lo volvía loco.

A decir verdad, en un principio solo pretendía pasar el rato con él. Jungkook no era bueno manteniendo relaciones serias.

Tal vez se mentía a si mismo al conformarse solo con sexo, no lo sabía. Era un tanto terco.

Lo único que sabía en ese momento, era que no quería soltar al muchacho.

"Mío."

Él en verdad creía que también Taehyung se sentía así, suyo, porque también Jungkook sentía como una parte de él se fusionaba con él, perteneciéndole también.

Le daba gracia a veces como actuaba de posesivo con él, ni siquiera se daba cuenta que lo hacía, hasta que Taehyung se marchaba. Se sentaba en el sillón y lo pensaba, como si intentara reflexionar.

Pero es que él no tenía la culpa. No tenía la culpa de que Taehyung fuera tan, tan...

"Bendito Dios que se acuerda de sus hijos y les da de comer", decía antes de quedarse dormido abrazado del menor.

Él no era creyente de nada, pero bien dicen que hay que agradecer a algo.

No había visto a Taehyung desde antier, hoy era sábado y tenía esperanza de que apareciera.

Le partiría el culo por hacerle esperar demasiado.

El ascensorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora