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Taehyung recuerda haberse sentido como colegiala dando su primer beso, después de lo sucedido aquella tarde en el hotel cuando recién conoció a Jungkook.

Y es que fue tan rápido.

De un momento a otro se le habia quitado la molestia de que le trataran como un prostituto, así como así.

Quizá había sido porque en sus plenos 19 años de vida, nadie había sido tan intenso con él. Tan... demandante. Fue una sensación extraña, algo nuevo que recorrió su cuerpo al ser tocado con tanto desespero de por medio, algo tan electrizante que lo aturdió. Y suponía que eso no era todo, porque no estaba ciego, aquel hombre era atractivo.

Cejas espesas, ojos chocolateados, una mandíbula pronunciada, una fina nariz y su cabello lucía igual de suave que sus labios; además, su cuerpo a simple vista se veía bien trabajado a través de la ropa formal que siempre le veía portar.

«Tremendo hombre»

Si, tremendo hombre estaba detrás de él.

«Me siento como un idiota»

Un poco, bueno... mucho, ¡pero vamos!, ¿qué sentido tenía quejarse ahora si la dignidad ya la había perdido?

Con esa actitud y pequeña valentía, logró estar de pie afuera en aquella habitación de huéspedes esa noche, y de cierta manera agradecía haberlo hecho.

Aunque todo fuera falso, le distraía de su vida tan monótona.

₆ ⁶ ₆

—¿No se supone que trabajas la semana entera? —preguntó el pelinegro, abstracto a la presencia de Taehyung en su habitación.

—Lo hago. Solo que hoy no me sentí bien y pedí el día. —contestó, apretándose contra su suéter.

—¿Estás enfermo? —cuestionó de nuevo, esta vez preocupado.

—No. Solo me sentí mareado. Ya me tomé una pastilla y dormí un rato, descuida. —Le aliviaba más si Jungkook se sentía preocupado por él. —¿Está bien si me quedo un rato?

Era verdad, el esfuerzo que había dado la anterior semana para su universidad, le estaba haciéndole pagar ahora. Bueno, por la mañana.

Podría haberse quedado en casa, pero era más triste la imagen de él postrado en su cama sin nadie quien le acompañara en su malestar. Estaba seguro que si duraba mucho tiempo ahí adentro, volverían aquellos mareos.

Así que tomó su celular y llaves y se fue de ahí, esperando que el pelinegro estuviera en el hotel y que le dejara quedarse con él un rato.

—De seguro es porque no comes bien—lo regañó —. Te puedes quedar. Yo me iré en un momento. —avisó, dirigiéndose al pequeño armario donde estaba su ropa. Jungkook tenía una junta por la tarde con unos proveedores.

—¿Volverás muy noche? —Taehyung lo siguió, como si fuera su propio espacio.

—La verdad no lo sé. —Sentía la mirada de Taehyung un poco decepcionada, así que agregó: —Todo depende si me ofreces algo para venir rápido.

Los ojos de Taehyung brillaron. —¿Algo como qué?

Jungkook había elegido un traje sastre azul marino para cambiarse, dejándolo en la cama y comenzando a quitarse la camisa de algodón que portaba y su chándal.

—Eso lo tienes que pensar tú. —dijo, quedando de frente al menor, dejándole ver su lechoso pecho.

Taehyung lo miró anonadado, con sus manos picando por tocar. —¿Te parece bien una mamada?—ofreció sin vergüenza.

El ascensorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora