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Las cosas habían mejorado.

Después de aquella escena en el elevador, el pelinegro se mostraba risueño, con una gran sonrisa. Incluso durante el sexo, Jungkook se encargaba de mimarlo y asearlo.

Luego de medio año de aventura en la que no acordaron nada, en la que sólo se mantenían ocultos entre las grandes paredes del hotel, y se ponían de acuerdo a desordenar la misma cama, mostraban aires de algo serio.

Eso era lo que anhelaba el menor y lo estaba consiguiendo.

Los sentimientos ya estaban sembrados y brotados, solo faltaba que reventaran las flores, y eso estaba más que cerca.

—Me dejaste todo sucio. —reclamó Taehyung, mientras intentaba limpiarse el rostro del semen de Jungkook con sus manos.

Habían estado atascando el ascensor por quince minutos en plena madrugada.

Jungkook acercó su pulgar para intentar limpiar también. —Deja que lleguemos a mi habitación, no te manches el uniforme. —le dijo suavemente.

El pelinegro tocó los botones del ascensor y dio marcha pisos arriba. En ese momento se encontraba de muy buen humor. Taehyung le había echo una mamada y además... tenía una noticia bastante importante que dar.

De verdad muy importante.

Lo habia estado pensando demasiado para tomar aquella decisión y hoy ya estaba seguro de lo que queria. El hecho de declarársele a Taehyung junto con aquella otra noticia, cayó muy oportuno. Además la noche estaba serena. Era un ambiente muy bueno.

Entraron a su habitación y Taehyung lo primero que hizo fue correr al baño a limpiarse la cara. Jungkook rió por la situación.

—Puedes quitarte el uniforme y ponerte mi ropa, ya sabes dónde está. —alzó un poco la voz para que lo escuchara.

—¡Ok! —recibió una afirmación muy optimista.

El pelinegro se sentó en la cama, observando y sintiendo el aire que entraba de la ventana. Con ojos sonrientes pensaba en el tipo de reacción que tendría Taehyung al decirle aquello. Se sorprendería.

Taehyung salió del baño con una camiseta larga de él y unos shorts holgados, como siempre.

—¿Listo para dormir? —dijo el menor subiéndose a la cama.

—En realidad, necesito hablar contigo primero. —confesó el pelinegro, seguro de sí mismo.

Taehyung intentaba darle un significado. Por la cara media ilusionada del pelinegro, intentaba pensar en algo bonito. —¿Qué pasó?

—Mi trabajo aquí se terminó, volveré a moverme a otra ciudad. —Jungkook tragó, no le gustó empezar a hablar así, pero debía decirlo para invitarle a aquello próximo.

—¿Eh?—formuló Taehyung, pronto su estómago sintiéndose caer.

—Tranquilo, escúchame. —Jungkook tomó la mano del contrario. —Debes escucharme bien y tomar una decisión. Sabes que mi trabajo por ahora consiste en reunir más proveedores, ahora que he cerrado el contrato con un proveedor de aquí, debo moverme. Me iré, pero no planeo irme solo.

Taehyung estaba empezando a lagrimear. Se negaba. Le dolía.

Cuando pensó que todo estaba yendo bien, aparece aquello. Él no podía imaginarse estar sin la presencia del mayor, lo había intentado antes y no había funcionado, si Jungkook se iba, él, él-

—No llores, déjame terminar—pausó, mientras borraba las lagrimas del menor. —La persona con la que me quiero ir... eres tú.

Y el tiempo se congeló.

El ascensorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora