I: Lucyane Velaryon.

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Entre un par de gruñidos en los departamentos de recién llegados y otro par de bostezos en las habitaciones de los más cansados, Lucyane Velaryon se dispuso a cerrar los ojos por un segundo, buscando que el sueño se la llevase por las siguientes horas hasta que la alarma de su reloj la despertara o, eventualmente, la discusión matutina de la pareja de siempre en la planta de arriba. Bajo el cielo de estrellas y el satélite natural entregándole la luz necesaria como para no dejarla en una oscuridad absoluta, los muros de piedra alumbran la silueta del grupo de árboles fuera de la ventana, los que le dan un aspecto más natural a la residencia incluso con el gris de las construcciones alrededor obviando la falta de puntos verdes en la zona.

Debería dormir, se dijo Lucyane, esperando que así el sueño llegara a su cuerpo—Sería sensato—, pero el día le había dejado un sabor a de inquietud en la boca después de entregar dos proyectos con atraso y rendir un examen con dos horas de sueño y una taza de café. Pero olvidarse de eso era fácil, ella se repitió: asearse, acostarse y dormir.

Eran cerca de las dos de la mañana, en todo caso, Lucyane no tenía apuro en despertar temprano cuando su jornada de trabajo comenzaba sino hasta el mediodía—Al menos es fin de semana—, ella pensó. Cuando vivía con sus padres y abuelos (cuando sus abuelos paternos no la odiaban), su única preocupación era ir a la escuela, hacer los deberes y comerse un bowl de cereales antes de volver a la cama. Era una rutina fácil, o así ella lo recordaba, hasta que el ambiente se volviese violento con un:«—Ningún homosexual vivirá en esta casa, Lucyane —auspiciado por su abuelo Corlys—. Lo dejo a tu decisión... Te quedas o te vas». Lucerys sabía que era una decisión que disfrazaba lo que en realidad estaba a juego: eres infeliz o eres libre, y ella sabía que lo correcto era ser libre (o medianamente libre). Tomó lo que creyó necesario, escribió una carta de despedida y salió por la puerta de la propiedad Velaryon, con destino a la estación del metro y próximamente a la capital del país, en donde esperaba surgir como una mujer: joven, independiente y, quizás, exitosa.

Su relación con su madre siguió igual, ella la apoyó incondicionalmente, pero entendía que Lucyane debía ser independiente. A la edad de 15 años se alejó completamente de su familia paterna, aunque recibió ayuda de su madre y padrastro en los primeros meses, cuando Lucyane cumplió la mayoría de edad dejó de recibir ayuda económica por parte Rhaenyra Targaryen, su madre.

La residencia de universitarios, DeBoowon, ubicada cerca del centro de la ciudad, unas varias cuadras más abajo del parque central, rodeada de otras varias edificaciones de apariencia desgastada, un poco descuidada, quizá no era la más acogedora en cuanto apariencia, con la pintura en su proceso de caída y puertas chirriantes que ardían en los oídos cada vez que se abrían, pero para Lucyane había sido el mejor lugar del mundo cuando, mientras alguna universidad la buscaba por un rendimiento académico destacable, encontró el que sería su hogar a los dos noches de dormir en una banqueta dentro del callejón junto al restaurante que la había contratado.

De muros delgados, piso flotante de madera y una habitación individual, el departamento 23L estaba ornamentado con una sala de estar y una cocina que no parecían querer separarse. Un sofá pequeño frente a una mesa de café que servía como escritorio y comedor había sido instalado junto a la ventana más grande del lugar, la que residía un balcón lo suficientemente grande como para ajustar dos plantas pequeñas y una malla en donde colgar la ropa recién lavada. La cocina, amueblada con una nevera pequeña, un horno-microondas sobre la despensa y un lavavajillas que solía atascar la cañería cada dos días. En el baño no había mucho más que un espejo-gabinete instalado un metro arriba del lavabo, un retrete con la manilla rota y una ducha junto a la mini-ventana en el muro trasero. Su habitación tampoco tenía mucho más que una cama amplia con acolchado gris, una mesa de noche en donde solía dejarse el portátil y un paquete de algas secas, y en el muro frontal una puerta que abría un armario de dimensiones pequeñas.

Last first kiss ;; Lucemond (Jaegon)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora