Last first kiss ;; Lucemond (Jaegon)

III

Se reprimió mucho de decirle que se calmara y tomara asiento. Pero, al final, tuvo que decirles a ambos que se calmaran y tomaran asiento cuando la arrastraron dentro de su departamento apenas Lucyane tocó la puerta para avisarles que tenía algo que decirles- no de vital importancia, pero podría ser algo contingente para ellas. Kermit fue el primero en tomar asiento cuando Lucyane le lanzó una mirada amenazante, y tuvo que tirar del cuerpo de Oscar hacia abajo para sentarlo a su lado cuando la mirada amenazante de Lucyane viajó hacia el menor de los Tully. Oscar dejó de patalear al medio minuto y se dejó abrazar por su hermano mientras Lucyane se sentaba en el sofá del frente, suponiendo que pasaría un rato hasta que los otros dos procesaran la información que soltó con rapidez.

Y siguió ahí sentada mientras Oscar cerraba los ojos dramáticamente, con sus yemas sobre las sienes, frotándolas circularmente como si quisiera darse un poco de auto-aliento para pensar mejor y salir con algún comentario que molestaría a Lucyane. No había un motivo para entender a Oscar, pero Lucyane pensaba que lo mejor era que eso se quedaría así, sin terminar de entenderla- de todos modos, así funcionaba su amistad. Kermit se levantó para rellenar su vaso de vino. La noche consistía en disfrutar del último viernes del año. Desde siempre había sido así: Lucyane llegaba al departamento de los hermanos con una noticia nueva, Kermit abría una botella de vino, Oscar se acurrucaba en el sofá con un cojín sobre las piernas y a los minutos llegaba Cregan Stark con la comida necesaria para alivianar el efecto del alcohol en el sistema.

—¿Ella te buscó para disculparse por la actitud del chico? —Oscar finalmente preguntó, un minuto tras la llegada de su hermano a su lado.

Kermit le ofreció un trago de su copa a Oscar y luego miró a Lucyane quien se hundía en el respaldar del sofá para comentarle—Eso es adorable…

Lucyane miró la copa vacía de Oscar en la mesa y la recién llenada de Kermit en su mano. Lucyane había preferido una taza de té con hielos- era invierno, ella pensó, pero necesitaba algo un poco más frío. Le apetecía un poco de alcohol, pero tenía en mente que la intervención de sus amigas no era de mucha ayuda si luego la fastidiarían hasta que admitiera algo que probablemente no era cierto. No tenía un interés en especial, por la bebida u otra cosa. A Lucyane podían ocurrírsele un montón de cosas peligrosas en qué interesarse, como meterse a una carrera de motocicletas sin siquiera saber conducir una, o comerse el pimiento más picante del mundo para ganar en algún concurso de gran premio- quizás debería beber un poco. Le pidió a Kermit que le sirviera una copa y se terminó de un trago el té en su taza, dejando los hielos para que se derritieran por su cuenta.

—¿Y le diste tu campera para que no muriera de frío mientras esperaban en la parada de buses? —preguntó Oscar cuando Kermit le extendió su copa a Lucyane. Las cejas de la menor se elevaron desconcertadamente, o tal vez fingiendo estar desconcertada para alejar alguna idea errónea de sus amigos. Negó con la cabeza, pero ambas hermanas tomaron la acción como una afirmativa cuando Lucyane ya lo había admitido hacia unos minutos—Apuesto a que dejaste que se fuera con tu campera...

Kermit rió, Oscar le enseñó la lengua y a Lucyane no se le ocurrió nada más que dar un trago largo a su vino—Te enamoras rápido, Lucy... —dijo el mayor de los gemelos.

Quizá sí, pensó ella mientras agitaba el trago dentro de la copa, pero la única vez que eso había pasado, no alcanzó a durar dos días completos. No tenía consuelo. ¿Por qué no tenía consuelo?- Lucyane se lo había preguntado muchas veces, pero ya se había olvidado de esa chica por completo y no buscó comunicarla para retomar la relación. Ya se le había pasado la chispa de disgusto que sintió por un momento hacia ambos hermanos, no estaba sola, pero se sentía así. Los hermanos Tully le habían obsequiado lo mejor de la existencia, pero seguían siendo ese clásico dúo de amigos fastidiosos a los que Lucyane no podría dejar de querer incluso si lo intentara. No la habían traicionado- Lucyane dudaba que eso pasara alguna vez, pero los comentarios le hicieron cuestionarse si era la chica responsable respecto a sus sentimientos que siempre creyó ser. No. Lucyane era feliz.