Capítulo 10

664 121 27
                                    

Leiper's Fork, Tennessee

—No lo sé, no me convence esta estructura.

—¿Crees que debamos hacerla de nuevo?

Killian pasó su mano por las tablas, controlando la unión de cada una. Frunció el ceño enseguida.

—William ha cambiado de proveedores. No recuerdo que trabaje con esta marca —dijo golpeando la madera comprobando su resistencia. Él las había traído especialmente desde su taller, aun así, la manera en la que estaban unidas no era la habitual —. Diles a los muchachos que presten más atención al trabajar con esta estructura. No demasiado pegamento. Lo justo y necesario —murmuró con las manos a cada lado de su cinturón.

—¿Sigue sin convencerte? —inquirió Tyler sosteniendo el nuevo lote de maderas que irían en el techo.

—Algo así —chistó apretando sus labios —. Avísame una vez terminen —ordenó acomodando su casco —. Otra cosa...

—Tú dirás.

—Esta noche necesito que vengas a la casa de mi tía.

Ni siquiera él se podía creer lo que estaba haciendo.

—¿A casa de tu tía? —arrugó su frente desconcertado —. ¿Y eso para qué? ¿Te has mudado?

—No, que no —bufó tomándose su tiempo —. Tenemos una cena.

Tyler se quitó el casco y acomodó su camisa llena de polvo, que en comparación a dos semanas atrás, ahora iba más limpia gracias al pedido de Chloé de mantener el orden.

—¿Tenemos? Tendrás tú, yo no he quedado con nadie.

—Te estoy invitando a una cena.

—Mira, Kill —rio ligeramente —, eres mi amigo y también mi jefe, pero estas cosillas no van conmigo.

—¿De qué carajos hablas?

—Me invitas a cenar, quieres que me presente en casa de tu tía, y luego ¿qué? Me dirás que te has enamorado de mí y... ¡Y eso por qué! —se cubrió el rostro ante el golpe en seco de una tenaza.

—Porque no paras de decir estupideces. Estoy invitándote a cenar porque necesito que estés ahí, como mi amigo. No sé si te ha quedado claro, amigo.

Tyler refregó su rostro en medio de una carcajada.

—Ahora sí, amigo —le siguió la corriente —. ¿Y a qué debo el honor de semejante invitación?

Killian rascó su nuca.

—Chloé y Marisa estarán ahí.

Su amigo arqueó una ceja aguardando por más información. Killian tiró su cabeza hacia atrás llevando su atención a la estructura del techo sin terminar. Que Dios se apiadara, porque una vez soltó todo el chisme supo que Tyler lo tendría entre burlas todos los días.

—¿Qué has hecho qué? —abrió su boca atónita, quitándose los guantes como si eso lo fuese a hacer oír mejor —. Tú lo que te has metido es en un lío tremendo, mi amigo.

—¿Crees que no lo sé? —espetó cabreado —. No podía hacer otra cosa.

Oh, sí que podías. Decirle la verdad a tu tía, por ejemplo.

—Claro, y que pase su enfermedad llena de tristeza porque su sobrino le ha dicho que no se preocupe, que tenía una mujer a su lado como ella siempre esperó.

Tyler apretó sus labios comprendiendo sus palabras. La enfermedad de esa mujer era bastante complicada, y Killian se había pasado los últimos años tratando de hacerle la vida más fácil.

Navidad sin señal © Donde viven las historias. Descúbrelo ahora