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¿Cómo diferencias un sueño de una ilusión?
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La densa luz blanca que se observa al contemplar el cielo nocturno representa la muerte. El espacio en sí es un constante y eterno misterio que logra hiptonizar por las maravillas que esconde, el universo emplea un sueño y te mantiene despierto. Se observa lo infinito y es fascinante, se intenta descrifar en vano. Es todo y nada. Juega con los sentidos y logra engañar con facilidad, es, en una palabra condesada, una mera ilusión.
Medea es todo y nada.
Pero parece demasiado real para ser una ilusión y es ahí donde está la trampa. Medea sonrió cuando él no lo notó, se preguntó a sí mismo si todo existió... La sangre que brota un corazón roto era la prueba que necesitaba.
( Parte I - El sonido de su risa )
La llegada inesperada y no anunciada de Medea a la Ensoñación causa confusión entre los habitantes. Especialmente cuando, Morfeo, el rey de los Sueños y Pesadillas, no reconoce el propósito o la extensión del poder que trae la personificación corpórea de las ilusiones.
( Parte II - La perennidad de sus ojos )
Cuando Medea se cuestiona a si misma, los cambios son inevitables. Memorias de un pacto sagrado y eterno llegan a ella. La sangre pronto exclama su nombre cuando el Corintio, la pesadilla más letal de la Ensoñación, le regala una sonrisa que mueve el más primitivo, feroz y grotesco sentimiento en ella.
