i. El sonido de su risa

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parte uno — el sonido de su risa

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parte uno — el sonido de su risa

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Sueño de los Eternos nació cuando la primera forma de vida soñó.

Adyacente a su nacimiento, se encontró a sí mismo como un ser con una mente consciente y un nombre que personas murmuraban en esperanzas de que la entidad que él representaba —todas esas ideas y conceptos— escuchará sus plegarias. Morfeo no era un Dios más siempre respondió a los llamados hechos a su nombre.

El mundo de la Ensoñación; su reino, se transformó en un escape tan dulce como amargado al cuál los humanos y cualquier forma de vida arribaban luego de que sus horas de trabajo pasarán factura en su cuerpo físico, impidiéndoles continuar. Morfeo también estaba ahí cuando la tristeza era lo suficientemente fuerte para paralizar los cuerpos en sus lechos, cuando el anhelo de un futuro a moldear solo podía tener vida en una imaginación salvaje, se encontraba siempre presente cuando las almas condenadas al Infierno le fueron concebidas una esperanza en forma de sueños, una paz sin real significado en un suplicio perpetuo.

Su reino era un mundo perfecto precisamente por su cualidad más deseada: una estancia permanente era un lujo negable para todo ser con la capacidad de soñar. Morfeo amaba la vida y era capaz de apreciar a la humanidad y aunque no tenía en estima a sus dioses era consciente de que su existencia dependía de la vida misma. Morfeo, en ese sentido, le amaba aunque el peso de la incomprensión lo apartaba de la socialización. Su inhabilidad, sin embargo, era su propia culpa. No lo admitiría jamás pero era evidente que las penurias en su mente estaban ahí por un sentido mutado de responsabilidad ante su ser mismo. Muerte, su hermana mayor, pasaba un día cada siglo en el mundo de la Vigilia en aras de entender más a la humanidad.

Para ella, los Eternos le servían a la humanidad y no viceversa.

Morfeo difería tanto en como acordaba con sus palabras. La humanidad tenía un toque mortal y él, como dueño de las historias, lo sabía. Lo que la humanidad tocaba, lo arruinaba. Su Dios —cualesquiera que ellos escogerían creer porque coexistían demasiados— los creó con el propósito de perecer y, en consecuencia, sus alrededores le seguirían. Así pues, Morfeo, en cierto sentido, le correspondía ser justo y admitiría que no era una condición humana inherente sino el poder de seres más poderosos en conocimiento, imperio y vida que ellos.

Morfeo era ese ser en su reino, solo el tiempo y la noche estaban sobre él.

La Ensoñación era una extensión de él: infinita y dominante. Tiránico, si se describe con precisión, pues no existía ningún sueño o pesadilla que pudiese pensar en igualar a su Creador y jamás existiría una creación así.

Medea ━━ The SandmanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora