El cafe me encanta, el olor a canela tambien.

290 47 4
                                    

Un olor a tabaco y Chanel.
Me recuerda al olor de tu piel.

A Jiang Cheng le encantaba el cafe, aunque le dieran taquicardias, aunque le doliera la panza, le encantaba tomar cafe.
El simple aroma era suficiente para poder estar en completa felicidad y paz por un tiempo y es por eso que no podía dejar de ir a la cafetería donde había conocido a Wen Chao.

Si bien el tipo no frecuentaba ese lugar, Wanyin lo apropió como suyo en el momento en que, después de varias crisis, siempre llegaba a ese lugar para relajarse.

Varios meses habían pasado desde su compromiso roto y su relación fallida, varias personas habían pasado por los brazos de Jiang Cheng para ese entonces.
Y no es que se sintiera necesitado, simplemente estaba vacío y cansado.

El sexo es el mejor amigo de los despechados y el arma letal para los deprimidos.

Jiang Cheng era ambos, se intoxicaba lentamente hasta que supiera que debía parar o podria morir, aunque la idea no sonaba tan mal.
Después de todos los sucesos que existen en su vida, positivos, negativos, en coma, siempre encuentra un lugar al donde ir y ahora mismo el olor a cafe americano en una porcelana blanca con rosa le hace sentir un poco menos desdichado e infeliz.
Su nariz esta feliz, su estómago esta ansioso y sus papilas gustativas están preparadas para el amargo sabor dulce que viene en unos segundos, después del primer sorbo sonrie, sus ojos color índigo brillan un poco y las bolsas debajo de ellos se ven más pequeñas, su vista reposa en las gotas de lluvia que caen en el ventanal, el viento las atrae hacia el, aunque un cristal evita que entren al local.

La lluvia lo pone melancólico, por que la idea de un día nublado y frío se ha incrustado en su mente como una muestra de tranquilidad.

O de nostalgia.

Aveces Jiang Cheng extraña las manos de alguien en su cuerpo, y no hablando sexualmente, extraña el calor de una mano sobre la suya, de unos brazos al rededor de su cuerpo, de un olor que combine con el suyo y lo vuelva embriagante, de alguien que se recueste en su hombro y ronque un poco, de alguien que comparta con el estos pequeños momentos de paz en donde su mente no lo asfixiaba con la autoexigencia y el autosabotaje.
Y aunque sabe que, no necesita de nadie para seguir con vida y disfrutar el día, nunca ha podido calmar la necesidad de tener a alguien a su lado.

Muchos días y noches se había cuestionado ¿por que el amor lo inunda tanto y solo puede desbordarlo cuando todo termina?
Le duele tanto amar, por qué todo su corazón explota, se deshace, renace, palpita, se emociona y brinca, llora todas las noches desde que aprendió a amar, desde que supo que era un hijo no querido, un hermano no deseado, un Nieto poco amable, un alumno diferente, un amigo sin significado, una pareja sin confianza, alguien que nunca podría llenar los lugares donde debía de estar, donde siempre existía un vacío que nunca lograba colorear para encajar.

Todos los días pregunta al cielo esperando una respuesta, al menos las gotas de lluvia le recuerdan que debe adelantarse a casa pronto o no podrá pasar por la avenida que da a su casa, o tal vez la ventana abierta de la cocina le cause una severa molestia cuando toda el agua entre y se estanque en una esquina del cuarto.

¿Algún día podría sentirse suficiente para cualquier persona a que existiera en su vida?

No lo sabe, le arden las heridas de los brazos, le duele el pecho y le pican los ojos, no es justo.
Nunca ha sido justo ser el único problema de una ecuación cuando el era quien resolvía la X.
No era justo que el cantara y nadie tocará el piano para acompañarle.
No era justo, ni válido, nisiquiera aceptable, escuchar a todos hablar, murmurar, gritar y exigir cuando nadie ha logrado darle aquello que se merece.

Nadie a podido darle las migajas del pastel de amor que el daba, y le dolía.

La vista se perdía entre los ventanales, y aún así nunca noto la mirada de alguien a lo lejos, que al igual que el, se preguntaba si habria alguien que le quisiera como siempre había deseado.

Los ojos color ámbar vuelan de un lado a otro fijándose que el semáforo no cambie a verde abruptamente por qué este personaje no quiere morir -aún- y menos en una avenida principal donde todo tipo de personas pueden aparecer valientemente manejando un Honda del año anterior.

Entra despacio, saluda al dueño de la cafetería y al parecer es un cliente regular, le sirven un batido de fresa, toma una galleta preciosa con decoración de calabazas, el otoño se acerca, lamentablemente.

El otoño esta a la vuelta de la esquina.
Y probablemente un dolor cardíaco y del alma vengan acompañandolo.

54 formas de amarse a uno mismo. (y superar a tu ex en el intento.)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora