Capítulo 13. Intenciones

108K 7.7K 2.1K
                                    

24 de enero 2021

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

24 de enero 2021

Las citas nunca han sido lo mío, probablemente el hecho de que ella asuma que esto no lo es solo me quita un peso de encima, me quita la posibilidad de arruinarlo.

Una de las ventajas de que mi madre ahora crea que es "cupido" nuevamente es el hecho de que conoce a Brenda mejor de lo que puedo decir yo siendo que solo hemos hablado hace menos de un mes. Así que elegí el restaurante más sencillo que mi madre suele frecuentar, no porque ella no merezca un mejor lugar sino porque—por opinión de mi madre—descubrí que a ella no le han gustado los extremadamente lujosos a los que han ido.

Así que uno más "humilde" es la opción segura según Cecile Spencer.

El silencio en el auto no es incómodo, sin embargo, no es de mi agrado, teniendo en cuenta que me deja solo con mis pensamientos sobre ella caminando hacia mí con ese maldito pantalón ajustado hace unos minutos o el recuerdo de la falda ceñida que usaba hace dos noches y que enmarcaba perfectamente su trasero bajo la tela.

Maldita sea.

Porque no soy un santo, incluso si la principal razón por la que no dejo de pensar en ella es esa maldita actitud desafiante en segundo lugar está la manera en que su cuerpo hace que mi sangre se deslice al sur.

Bueno, tal vez en realidad los lugares estén invertidos.

—¿Después de esto va a dejarme en paz? — cuestiona deshaciéndose de su cinturón cuando me estaciono en la calle del restaurante. La imito silenciosamente dejando que la tensión se extienda en el silencio, incluso si casi puede ser cortada con tijeras, la tensión con ella es solo algo que quiero estirar hasta hacerla ceder, justo como hace dos noches en la empresa.

—Pensé que era usted quien había dicho que no me dejaría tranquilo hasta después de la boda—Me limito a responder segundos después.

—No lo dije y ya hace días que le señalé que no me interesa su asistencia allí, no voy a seguir rogándole para que ejerza su deber de hermano—Rueda sus ojos, relamo mis labios.

Que me lleve el diablo si digo que no quiero escucharla rogar, pero no precisamente por esa boda.

—Ser hermano no es un deber, y no, no necesito que me ruegue cuando dejé bastante claro que no iría a esa boda—Ella me observa obstinadamente.

—¿Entonces por qué mierda sigue inmiscuyéndose en mi vida?

—En primer lugar, porque usted lo permite, en segundo porque ya ambos sabemos que esto no es normal ¿o va a culparme a mi por haber bajado de su departamento para venir conmigo? —Arqueo una de mis cejas y sus labios se crispan.

—Esto...—nos señala a ambos con su dedo índice—. Está en su imaginación.

—¿Ah sí? ¿Entonces qué está haciendo aquí?

Señorita, permítame besarla ✓ | ¡Ya en fisico!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora