❝Dónde Banda es el niño rico de la cuadra.
Y Matsushita el marihuano que a veces que se queda dormido en la banqueta.❞
•MatsuBanda
•Por medio de Twitter
•Mención de otros shipps
•Puede contener faltas ortográficas
°Adaptación' créditos correspond...
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Disfrutando aún de las cálidas y cómodas sábanas de su esponjosa cama, un chico se tapaba los oídos con una almohada, queriendo con todo su corazón ignorar el incesante sonido de la alarma.
Cuando decidió dejar la escuela para no tener que levantarse temprano nunca más, no lo pensó muy bien, la vida del trabajador tampoco resultaba algo bueno.
Sin tener otra opción, se despojó de las sábanas encaminadose al baño para cumplir con su higiene diaria.
Ahora vestido con una sencilla camisa blanca y unos pantalones deportivos, estaba listo para un día de trabajo.
Un asqueroso día de trabajo.
Enji vivía en un sencillo departamento en un barrio cómodo de Tokio, después de que su madre se divorciara del padre de su hermanastro Suguru, él decidió quedarse en Tokio bajo la excusa de que estudiaría en la prestigiosa universidad de dicho país.
Una vil mentira.
Estuvo viviendo como nini bajo el dinero de sus padres durante dos años, hasta que estos se enteraron de la verdad y lo obligaron a qué mínimo, buscara un empleo.
Y así fue terminó trabajando en el rancho de Suguru, su querido hermano.
Aunque se quejaba todo el tiempo de tener que trabajar, la verdad es que no es tan malo, de hecho es bastante divertido sumándole poder trabajar con sus mejores amigos, Arisu y Usagi.
El teléfono de Enji vibró mostrándole que tenía una llamada.
Hablando de los reyes de Roma.
—¿Sí? —Dijo Matsushita al teléfono, sin perder de vista la calle a la espera del autobús.
—¿Matsushita dónde andas!? —Gritan del otro lado haciendo que aleje el teléfono.
Vários personas lo miran mal a lo que él hace una leve reverencia murmurando: "Disculpen."
—¿Que putas madres quieren?
—Uy tú, que carácter. —Contesta Usagi.— No pos' nada, nada más que una gallina se cagó en el zapato de Arisu y quería que lo vieras.
De fondo se escuchan los gritos del chico, Enji ríe viendo el autobús asomarse
—Saca una foto, ya voy en camino.
—¡Ahí no vemos!
Guarda el teléfono para formarse, por estar hablando es el último en la fila.
A la distancia dos chicos venían caminando tomados de la mano, tomándole fotos a cualquier cosa que veían, desde el puesto de quesadillas de doña Mary, hasta al borracho peleando con una ardilla en un callejón.
Un ambiente totalmente exótico para los jóvenes Banda y Akamaki.
Sus padres les tenían totalmente prohibido ir a los barrios bajos de la ciudad, como ellos les decían, y que por nada del mundo hablaron con gente de esa zona.
Los padres deberían de saber que al prohibirles algo a sus hijos, es como encender la mecha de una dinamita.
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Tras subir la publicación, Sunato le enseñaba la foto emocionado a Urumi, alegando que varios de sus amigos decían lo pintoresco y naco que era.
Hasta que gracias al potente sonido de un motor, toda la atención de Banda se pierde en una parada de autobús, más específicamente en un chico parado ahí.
Un chico alto, delgado pero con un cuerpo tonificado, cabellos negros, distintos y coloridos tatuajes en su brazo izquierdo, en una mano cargaba una lata de cerveza dándole un extraño pero atrayente encanto.
Decir que Sunato estaba cautivado era poco.
—¿Sunnie? —Lo llama Urumi moviendo su mano frente el rostro del chico.— ¿Sunnie me oyes?
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